Martes, 26 de Noviembre 2024
México | Por José De Jesús Covarrubias Dueñas

Consensuar los grandes problemas nacionales

En México no contamos con un sistema político articulado a lo jurídico y armonizado a los valores, principios e intereses del pueblo

Por: EL INFORMADOR

En México no contamos con un sistema político articulado a lo jurídico y armonizado a los valores, principios e intereses del pueblo por muchísimas razones; lo cual, explica, en parte, el porqué los encargados del Ejecutivo federal, no elaboran políticas públicas.

Lo anterior, también se encuentra interrelacionado a la Norma Rectora o Constitución, a las formas en que se han celebrado los congresos constituyentes y las reformas a dicha Ley Fundamental, en lo cual, los poderes de facto, han tenido una prepotencia determinante y desde las precampañas o, incluso antes, dominan la agenda de los presidentes en México, por tanto, la idea de “sistema” no es clara.

Así, antes y durante las precampañas políticas en México, no se discuten propuestas, proyecto o programas políticos de cómo mejorar las condiciones de México; por tanto, se convierten en propaganda de desprestigio o campañas “negras” que a nadie conviene en cuanto al pueblo, sólo a quienes tienen el poder de manejar la opinión pública, que es mercenaria.

De esta forma, la constante, desde hace 500 años y en especial, desde el Siglo XIX en México, es la violencia verbal y material entre los grupos que detentan el poder, lo cual se ilustra con las disputas irreconciliables entre liberales y conservadores, Iglesia Católica y masonería, juaristas y porfiristas, villistas y obregonistas y ahora entre partidos diversos, cuya lucha es el poder por el poder a costa de lo que sea.

Otro factor que se suma a lo anterior, es que los gobiernos de México, desde hace 200 años, son de improvisación, no existe gente capaz para la administración pública, lo cual se comprueba con la carencia de cuadros formados en el ámbito universitario y después en el servicio civil de carrera para la administración pública en todos sus niveles, por la sencilla razón de que no existe el esquema de oposición y de que quien gana acomoda “a su gente” en el gabinete, de preferencia, a los correligionarios, así, no se pueden implementar políticas públicas.

Si a lo anterior, añadimos la visión centralista que impera en el país, desde los aztecas, entenderemos que las necesidades y problemas de la raza se pretende, de manera equívoca resolver desde una perspectiva centralista y del poder, lo cual nos atrasa cada vez más en la macrocefalia de la capital.

Lo mismo ocurre en las campañas políticas, pero ahora con políticos o personas de otros partidos políticos, donde en ocasiones, los planteamientos pueden ser más radicales y existen sectores, partidos o candidatos marginados, ya sea porque son peligrosos o sus plataformas electorales no se comparten, entonces, desde antes de ser gobierno, se descalifican las propuestas de los partidos o candidatos diversos, lo cual nos conduce a congresos divididos de antemano y de manera irreconciliable, ya que las heridas no sanan, desde los liberales contra los conservadores o aztecas contra tlaxcaltecas.

Si a lo anterior, agregamos la enorme ignorancia del pueblo, alimentada por el pan y circo del mundial, las telenovelas, los vicios y las drogas y demás formas de enajenar a la raza; los políticos y sus ofertas, se convierten en propaganda comercial, productos sin contenidos, vacíos y entonces la gente elige al más guapo o al que sale más en la tele, al que apoya el clero, los empresarios, los “snob”, los “nice” o cuestiones similares. Así, no se vota por proyectos y propuestas, sino que el voto es una decisión poco razonada, reflexionada, científica y en general, una decisión no muy bien pensada.

Así, con estas condiciones, llegamos a la elección, cuyo resultado, también y para variar, también es cuestionado e impugnado en los medios y ante los tribunales, ya que “si gano yo, hay democracia y si pierdo, entonces hubo chanchullo”, en esas condiciones, el ganador, es disminuido a cada paso, cercenado, obstaculizado, cuestionado y demás actitudes negativas a conformar mayorías, construir consensos o algo parecido.

Además, se desaprovechan las grandes oportunidades de participación ciudadana en las consultas populares para la planeación nacional; integrar las propuestas que pudiesen valer la pena de los diversos actores, agentes, candidatos, partidos políticos, legisladores, sectores público, privado o social o de donde vengan, lo importante es sumar y enriquecer el proyecto de Gobierno, para formular las políticas públicas que necesita la raza.

Entonces, no sólo se consideran las propuestas de la oposición, sino que, desde el Gobierno, se siguen cuestionando sus propuestas, ya que si están a favor del aborto, el Gobierno está en contra; y por esos conflictos, las políticas públicas o el Gobierno, pierde lo más por lo menos.

Si a lo anterior, agregamos, que quien llega al Gobierno, lejos de hacer su programa está pensando en la próxima elección, en lugar de trabajar por el país, estamos perdidos, porque lejos de aglutinar a las mayorías, se sigue dividiendo desde sus propios partidarios, hacia adentro y por supuesto, hacia afuera, entonces, el Gobierno se convierte en un promotor de candidatos a cargos de elección y no un producto de políticas públicas para resolver las necesidades del país, ya que piensa que lo prioritario es ganar la elección venidera y no la problemática verdadera.

En cuanto a generar la segunda vuelta electoral, implicaría mayores costos al país, más grilla, menos administración; más tiempo de conflictos electorales y sobre todo, se requeriría un rediseño del país hacia un esquema parlamentario o de diversos pesos y contrapesos, esto es, rediseñar “el sistema político electoral” de nueva cuenta, cuando lo que requerimos es producir ciudadanos educados que participen en la cosa pública.

La primera mayoría que necesita nuestro amado México es la de que estemos de acuerdo con la Constitución, con su aplicación efectiva y que todos, ciudadanos, partidos, candidatos, servidores públicos, académicos y todas las personas, en general y sin excepción, nos sometamos al orden y entonces, la apliquemos, esa es la primera mayoría que requerimos.

La segunda mayoría, es la de una población educada en términos del Artículo Tercero Constitucional, que obliga al Estado y a la raza a impartir una educación democrática, la cual no existe. Lo único que sí existe, es la manipulación mediática, la misma que inculca antivalores en la gente de la República, cuestión que debemos evitar.

A lo anterior, debemos agregar, que en México, a nivel nacional, no existen las figuras de iniciativa popular, moción de censura, referéndum, plebiscito, revocación del mandato y demás en las que participe una ciudadanía educada para la democracia y que evalúe, de manera permanente a sus gobiernos y elabore propuestas para la formulación y aplicación de las políticas públicas.

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