Lunes, 25 de Noviembre 2024
México | PUNTO CIEGO POR GABRIELA AGUILAR

Con un gladiol en la mano

¿Hasta dónde puede llegar el amor de una mujer por un hombre?

Por: EL INFORMADOR

¿Hasta dónde puede llegar el amor de una mujer por un hombre? Ayer platiqué con una mujer que está dispuesta a dar el todo por el todo, soportar ser humillada, arrastrada por las calles, pisar la cárcel si es necesario, por tal de tener al hombre que ama a su lado, de regreso a casa con su familia.

“Lo veo cada dos meses, hablo con él por teléfono cada semana sólo 25 minutos, desde ahí están violando sus derechos, la última vez que lo vi fue el 16 de marzo, el día de repudio contra nosotros, pude contarle todo lo que estábamos haciendo, le dije que no importaba la agresión, costara lo que nos costara. Somos mujeres que salimos a las calles pacíficamente, amamos nuestra familia, nuestra patria, amamos la vida. Somos los familiares, las esposas, las hermanas e hijas de nuestros hombres que han llevado injustamente a prisión; somos sus voces, sus piernas, sus oídos. Salimos a las calles de La Habana, con un gladiol en la mano como arma, para pedir y demandar al Gobierno su libertad”.

Se trata de Berta Soler, integrante en Cuba del movimiento de Las Damas de Blanco. Su esposo es Ángel Moya Acosta, fundador del movimiento Libertad y Democracia, prisionero de conciencia —como se le conoce— desde marzo de 2003.

“A mis hermanas de dolor las conocí porque coincidíamos en la visita a nuestros esposos en el Cuartel General de Villa Marista; ahí nos unimos todas, decidimos ir vestidas de blanco por la paz y la pureza, y cada domingo desde entonces visitamos la Iglesia de Santa Rita, abogada de los casos imposibles. ¿Que de dónde saco mis fuerzas para seguir? Del amor a mi familia, es un derecho y obligación estar ahí, defendiéndola y hay que seguir hacia adelante.

“El repudio hacia nosotras es constante, los teléfonos están tomados, quizás este celular también, los sacan de servicio constantemente como el día de la marcha en Miami, sabían que estaríamos en contacto y lo cortaron; voy a la tienda y me siguen, preguntan con qué pagué y cómo, ahora mismo tengo frente a mi casa una cámara que graba todas las personas que entran y salen, están detrás de nosotros, pero como no hacemos nada malo, no nos importa esa persecución”.

Con voz ronca, pausada a ratos, Berta no desiste en su petición: “El mundo se está dando cuenta de lo que sucede aquí, se está abriendo a nuestro favor, este Gobierno es muy obstinado, aunque mucho lo aprieten, no da el sí, no responde nada a favor, pero ya se siente apretado. Vamos a llegar hasta obtener la libertad de nuestros hombres, cueste lo que nos cueste, aunque nos arrastren, nos lleven presas o nos maten… seguiremos así”.

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