Miércoles, 27 de Noviembre 2024
México | Una expedición evalúa si hay afectaciones ambientales en los mares territoriales

Científicos, tras la marea negra del Golfo de México

Una expedición evalúa si hay afectaciones ambientales en los mares territoriales, después del derrame en la plataforma Deep Horizon

Por: SUN

Paul Horsman, un biólogo de la organización Greenpeace, recoge restos de petróleo a las orillas del río Mississippi. AFP  /

Paul Horsman, un biólogo de la organización Greenpeace, recoge restos de petróleo a las orillas del río Mississippi. AFP /

CIUDAD DE MÉXICO (29/NOV/2010).- La comunidad científica ignora cuánto del petróleo derramado por la explosión de la plataforma Deep Horizon (frente a costas de Louisiana) el 20 de abril pasado sigue presente en aguas del Golfo de México, en qué forma, y si éste se desplazó a los mares territoriales del país. Tampoco conoce con detalle las complejas interacciones de los organismos que integran la cadena alimenticia a grandes profundidades.

Tales respuestas sólo pueden encontrarse con un sondeo directo en las aguas y, con tal propósito, un crucero oceanográfico denominado Xiximi-1, integrado por 21 investigadores de diversas instituciones de investigación en el país, surcó las aguas de esa región a bordo del buque oceanográfico “Justo Sierra”, perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La expedición Xiximi-1 (derrame en náhuatl), considerada como un trabajo sin precedentes en la historia de la oceanografía mexicana por conjuntar esfuerzos de cooperación entre el Gobierno y la academia, zarpó el 4 de noviembre pasado del puerto de Tuxpan (Veracruz) y retornó a su punto de origen el 23 de este mismo mes.

Bajo la dirección científica del doctor Juan Carlos Herguera, del Departamento de Ecología Marina del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) en Baja California, el equipo efectuó un amplio muestreo en 47 estaciones marítimas; 20 de ellas se localizan a unos mil metros bajo la superficie y las 27 restantes a mayor profundidad.

Sharon Herzka, también académica del CICESE, consideró que pese al accidente, el derrame de crudo funcionó como un “catalizador”, pues para estudiarlo en el país se integró un grupo de expertos que trabajan en áreas interrelacionadas como oceanografía física, geoquímica y biología, enfocados a monitorear y caracterizar la zona del Golfo, que ha sido escasamente estudiada.

Alta tecnología a bordo

En un balance preliminar, la investigadora resumió parte de los resultados, que serán procesados por completo en 2011: “medimos muchos parámetros que podrán cotejarse unos con otros y que permitirán un mejor entendimiento del sistema, sobre todo en aguas profundas”. Además, añadió Herzka, la expedición servirá como base en monitoreos posteriores, para ver si persisten los efectos del derrame y como acervo de información sobre el país.

La tripulación estuvo formada por 14 científicos del CICESE, tres de la Universidad Autónoma de Baja California, dos del Instituto Mexicano del Petróleo y uno de la Comisión Nacional del Agua, quien validará la calidad en la toma de muestras. Para la travesía llevaron a bordo instrumentos de punta como sensores CTD (que miden salinidad y temperatura), medidores de corriente acústicos y un fluorómetro para detectar trazas de hidrocarburos.

Los especialistas también transportaron a bordo del “Justo Sierra” un novedoso aparato autónomo denominado spray-glider, una especie de torpedo-sonda desarrollado en Estados Unidos que puede controlarse y enviar datos a distancia. Aparte, usaron un carrusel con botellas en las que alojaron las muestras de agua y sedimentos. Tales objetos les permitieron medir, a lo largo de la columna marítima, la circulación, temperatura, salinidad, nivel de oxígeno y partículas de petróleo en emulsión.

Estos indicadores —que serán acumulados en una base de datos como parte de un monitoreo que durará cinco años— revelarán si hay productos provenientes del derrame, pues existe gran incertidumbre sobre los efectos del mismo en los ecosistemas mexicanos en vista de que nunca se había registrado un accidente similar, en el que se vertieron unos cinco millones de barriles a más de mil 500 metros bajo la superficie.

“A esa profundidad la temperatura es muy baja y uno de los efectos de esa condición es que las poblaciones microbianas que pueden degradar el petróleo probablemente funcionan a un ritmo menos acelerado; también se sabe poco sobre los efectos de los dispersantes en los ecosistemas”, precisó Herzka, experta en ecología pesquera.

Efectos no inmediatos

Para tratar de contener la expansión de crudo la empresa British Petroleum (BP), propietaria del pozo accidentado, usó 6.4 millones de litros de dispersantes. Sin embargo, nadie sabe cuánto tiempo persistirán en el océano, ni tampoco qué proporción de crudo permanece en emulsión (mezclado con los dispersantes) como resultado del empleo de dichos compuestos químicos.

Como parte de la misión los científicos también efectuaron arrastres de redes tipo bongo en los primeros 200 metros de profundidad para obtener muestras de zooplancton (grupos de organismos, sobre todo microscópicos). Los datos recopilados ya son procesados e interpretados en laboratorios con equipos de cómputo, tras el regreso de la expedición a tierra firme.

Otra meta es determinar si los derivados del petróleo (metales pesados, sustancias aromáticas, etc.) se han integrado a las cadenas alimenticias. Esto es vital para conocer el estado de los ecosistemas en el Golfo de México, pues la circulación en aguas profundas está ligada a la biogeoquímica del carbono, oxígeno y nutrientes. Sharon Herzka anticipa que tales efectos serán indirectos y poco evidentes en el corto plazo, y alcanzarían primero las costas de Tamaulipas y Veracruz.

“Efectos indirectos pueden ser la pérdida del hábitat que utiliza una especie marina para alimentarse o reproducirse, o bien la de poblaciones importantes que repercuten en otras, además del impacto a los sistemas que se desarrollan en mar abierto, cerca de la superficie, donde hay zonas para la migración y alimentación de especies de gran importancia pesquera”, precisó la investigadora del CICESE.

Entre las poblaciones vulnerables a la presencia eventual de hidrocarburos mencionó a tortugas, aves y mamíferos, a organismos ligados al fondo marino, como crustáceos y moluscos, así como a peces e invertebrados en etapas larvarias, que no pueden metabolizar los químicos derivados del petróleo. Incluso algunas especies de valor comercial, como el pez espada, el merlín y el atún aleta azul (éste se alimenta a una profundidad de cero a mil metros) podrían intoxicarse con plomo.

Tales sustancias podrían acumularse en el organismo de los peces y transferirse luego a otras especies a lo largo de la trama alimenticia. “Esto no necesariamente ocurrirá en forma inmediata, pero debe monitorearse, ya que podría tener consecuencias (adversas) para la salud pública”, advirtió Herzka, quien aclaró que los datos del crucero permitirán a las autoridades nacionales tomar una postura legal al respecto e incluso demandar a BP, si se encuentra evidencia de daños ambientales.

Aguas profundas
Inadecuado manejo de riesgos en explosión de pozo petrolero


CIUDAD DE MÉXICO.-
Una inadecuada valoración y manejo de los riesgos asociados con la perforación en aguas profundas, así como la incapacidad para aprender de los errores contribuyeron de manera significativa a los fallos técnicos y operativos que condujeron a la explosión del pozo Macondo en la plataforma petrolera Deep Horizon en el Golfo de México en abril pasado.

Así lo indica un reporte de los hallazgos preliminares de un comité científico especial, integrado por miembros de la Academia Nacional de Ingeniería y el Consejo de Investigación (ambos en Estados Unidos) para evaluar las causas del accidente en dicho pozo, ocurrido en abril pasado muy cerca de las costas de Louisiana.

El análisis también sugiere que, por parte del personal de la compañía BP y sus contratistas, a cargo de la exploración, hubo insuficientes inspecciones y balances a la hora de tomar decisiones críticas, que finalmente llevaron a un relajamiento de las medidas de seguridad. “Se tomaron determinaciones que llevaron al abandono del pozo a pesar de los indicios de riesgos potenciales”, sentenció Donald Winter, presidente del comité.

“También es importante destacar que esas malas decisiones no fueron identificadas y corregidas por la empresa BP y sus prestadores de servicios o por los supervisores del Servicio de Administración de Minerales de Estados Unidos u otras agencias regulatorias”, añadió el profesor de ingeniería en la Universidad de Michigan y ex secretario de Marina en ese país.

Tal vez no sea posible establecer en definitiva qué factores causaron el derrame y la explosión, pues 11 testigos murieron en el accidente, además de que se perdieron importantes registros, reconocen los autores del reporte. Sin embargo, consideran que han aportado elementos suficientes para comprender mejor las diversas causas y decisiones que desencadenaron la mayor catástrofe ambiental.

Una de estas malas decisiones fue el constante abandono de las operaciones en el pozo, a pesar de que diversas pruebas indicaban que el cemento colocado tras la instalación de un contenedor, a manera de sello, no constituía una barrera efectiva para evitar la entrada de los gases en flujo.

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