Cataluña y el toro

No soy aficionado a los toros, entiendo lo básico de la llamada fiesta brava, como también la molestia que causa a quienes no comparten el trato que se da al toro.

Sin embargo, me parece absurdo que sea el Parlamento catalán quien impida las corridas de toros por mayoría de votos.

Y digo absurdo, porque la cultura no es legislable como fenómeno, y los toros en España son parte de la cultura nacional, no sólo por ocupar la sección cultural de los diarios en lugar de la deportiva, sino porque es una tradición y en ese terreno poco tiene que hacer un Parlamento.

Veo en esta prohibición la respuesta a un rencor histórico que ha hecho que los catalanes repudien el símbolo del toro como elemento de identidad nacional, adoptando desde hace más de 10 años el símbolo del burro.

Resulta que el Burro Catalán, una raza originaria de la provincia de Gerona, se encuentra desde hace 14 años en peligro de extinción, desplazado por la maquinaria moderna, y los pocos que quedan están precisamente en Cataluña.

Esta raza de asno se caracteriza precisamente por su resistencia. En 2004 dos jóvenes de la ciudad de Bañolas crearon una calcomanía que seguramente muchos de los lectores han visto en los automóviles españoles de la región catalana.

El propósito era llamar la atención sobre la extinción del animal, pero generó de paso la exaltación del catalanismo debido a su popularidad en todo tipo de artículos publicitarios, principalmente por considerarlo opuesto al toro de la España Castilla.

Esto particularmente desde que algunos grupos de la ultraderecha española se apropiaron de la publicidad del Brandy Veterano de Osborne, el toro español que se posicionó como el símbolo de España.

Algo tuvieron que ver en ello creadores como Dalí, Almodóvar y Bigas Luna.

Tan importante es el símbolo del toro en la cultura española, que los toros de chapa metálica de las carreteras españolas están catalogados como herencia cultural y artística del paisaje español.

En la actualidad son casi 100 los que hay plantados por toda España, sus descendientes, siguiendo la tradición colonizadora, han llegado a México como lo hiciera en la Conquista el burro, que vino a nuestro país a suplir el trabajo de los esclavos.

Los nacionalistas catalanes nunca han aceptado al toro como símbolo de identidad nacional, antes bien han boicoteado y derribado los plantados en su territorio.

La prohibición de las corridas de toros en Cataluña no está motivada sólo por el sentimiento ecologista de velar por la vida del toro, en 1994 la extinción del burro catalán fue el argumento de la campaña publicitaria del asno.

Lo que está en el fondo del acto legislativo del Parlamento, es en parte una pugna entre elementos de identidad nacional, una pugna que no compete a un Parlamento, una pugna que no es legislable.