CIUDAD DE MÉXICO (25/SEP/2016).- El cardenal Norberto Rivera Carrera resaltó el mensaje que el Papa Francisco les envió, donde apoya a la Iglesia Católica mexicana por sus acciones en pro de la familia y pide que se termine con la violencia en el país. En la misa que oficia todos los domingos en la Catedral Metropolitana se leyó el mensaje que el Papa emitió este domingo en la Plaza De San Pedro en el Vaticano, y el arzobispo primado de México expresó su júbilo por esta deferencia del máximo jerarca de la Iglesia Católica. "Hoy el Papa Francisco nos ha llenado de alegría ha dicho unas palabras que los invito a escuchar, en la Plaza De San Pedro, para que se sientan animados y confortados todos aquellos que están trabajando en favor de la familia", indicó el prelado. En el momento de las peticiones, se oró porque regrese la legalidad y se termine con la violencia en el estado de Veracruz. "Por los presbíteros Alejo Nabor Jiménez Suárez y José Alfredo Juárez de la Cruz, asesinatos en Poza Rica. Y en Veracruz se recupere la legalidad, la Paz y la confianza entre sus autoridades", se oyó, al pedir también por los pobres, enfermos, perseguidos, los marginados y por los secuestrados, en especial el sacerdote Alfredo López Guillén. Se pidió por las familias para que, con la ayuda del amor y la sagrada unión del matrimonio que juraron ante Dios, puedan hacer frente a cualquier adversidad. Además, por los que injuriaron y difamaron a los sacerdotes de la Iglesia, para "que el señor les conceda el arrepentimiento a sus acciones y con nuestras oraciones se de paso a la reconciliación social". Antes, al dirigir su homilía, el cardenal destacó el valor de compartir, amar y ver por el prójimo como lo dice el Evangelio de San Lucas, y señaló que un aspecto de la fraternidad lo constituye el establecimiento de un orden económico y social que no haya egoísmo y se comparta. "Que no exista ese 10 por ciento de la población acaparando 90 por ciento de la riqueza de este mundo y 90 por ciento de seres humanos que tienen que limitarse con solo 10 por ciento de lo que Dios ha hecho para bien de todos", dijo. Rivera Carrera abundó que lo que condena Cristo es un reparto tan injusto de las riquezas naturales y artificiales que engendra países desarrollados y paupérrimos, con el agravante de que los primeros quieren eliminar a la población de los segundos, en lugar de ayudar a producir y a distribuir los bienes necesarios para una vida digna. Agregó que no se puede reducir todo a un diagnóstico social, ni tampoco a recomendaciones morales, sino a que de verdad se elimine el abismo que hay entre ricos y pobres.