Cardenal Rivera da inicio a la Semana Santa

CIUDAD DE MÉXICO.- Con la bendición de las palmas, el cardenal Norberto Rivera Carrera dio inicio a la conmemoración de la Semana Santa en la Catedral Metropolitana.  

El prelado primero salió al atrio y desde un pequeño templete bendijo las palmas que decenas de feligreses llevaron a bendecir como parte del llamado Domingo de Ramos, y luego durante la misa aseveró que durante la pasión de Cristo “todos nosotros estamos ahí, representados de alguna manera”.  

La muerte de Jesús no puede ser vaciada de su sentido religioso y “no podemos negar nuestra responsabilidad buscando las culpas de otros”, advirtió a los feligreses, a quienes también pidió convertir su dolor, aparentemente infecundo, en medio de redención, para sí y para los demás.  

“La Semana Santa será incompleta si no se vive en la fe y en la esperanza de la Resurrección”, expresó el cardenal arzobispo primado de México.  

Además, sostuvo que la vida debe verse de cierta forma como en Semana Santa, “perseguidos por el dolor y la muerte, pero viviendo la alegría del triunfo definitivo que alcanzaremos en la resurrección”.  

Afuera de la catedral, artesanos de la ciudad y de la zona conurbada ofrecían las palmas tejidas en formas caprichosas, desde la tradicional hoja hasta crucifijos o incluso la representación del Santísimo; algunas adornadas con flores, sobre todo claveles rojos, se vendían desde cinco hasta 50 pesos.
 
El Domingo de Ramos es especialmente importante para los católicos, pues este día inicia la Semana Santa o la Semana Mayor, en la que se recuerda la muerte y la resurrección de Jesucristo.  

Este día los cristianos celebran la entrada de Jesús a Jerusalén, donde fue recibido por una multitud que agitaba ramos de olivo.  
Los feligreses conmemoran este episodio al llevar a bendecir sus palmas, que luego son colocadas en las puertas de sus casas como recuerdo del compromiso con Jesús.

Telón de fondo

Origen de la fecha

El Domingo de Ramos se festeja ocho días antes de la Resurrección, y constituye una celebración de la entrada de Jesús en Jerusalén en los días antes de su ejecución. En la iglesia occidental debe caer siempre en uno de los 35 días entre el 15 de marzo y el 18 de abril.

 La Iglesia Católica llamó oficialmente este domingo el Segundo Domingo de la Pasión; en 1970 la designación formal fue cambiada. Concomitante a esta revisión, la semana entera antes de que fuera Pascua fue redesignada como la Semana de la Pasión (antes llamada “Semana Santa” oficialmente, y todavía designada así por el público en general). En la liturgia de la Semana de la Pasión, ramos y palmas son bendecidos fuera del edificio de la Iglesia y una procesión entra, cantando, promulgando de nuevo la entrada en Jerusalén. Estas palmas se juntan en muchas iglesias que se quemarán más adelante como la fuente de las cenizas usadas en los servicios del Miércoles de Ceniza.

En la Iglesia Ortodoxa del Este, el Domingo de Ramos a menudo se llama La Entrada en Jerusalén, y es el principio de la Semana Santa. El día antes de que sea el Sábado de Lázaro (recordando la resurrección de Lázaro de entre los muertos). En este día los creyentes preparan a menudo los ramos anudándolos en cruces en la preparación para la procesión el domingo.

La mitología judeo-cristiana dice que 10 siglos antes había entrado en la ciudad construida por David su hijo Salomón montado en un borrico. Las gentes de la ciudad aclamaron al hijo de David con gritos de hosanna. Por otra parte la profecía de Zacarías dice que el Rey de Israel entraría en la ciudad del monte Sión sobre el lomo de un pollino (asno joven) como rey de paz y como símbolo de los nuevos tiempos (un pollino en lugar de su madre). La borrica simboliza al antiguo Israel, el pueblo de la Antigua Alianza. El pollino aún no montado por nadie es la montura real y mansa del rey de la nueva alianza. Era costumbre entre las gentes reunidas para la Pascua recibir con gritos y cánticos a los nuevos grupos que llegaban.