Domingo, 24 de Noviembre 2024
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Cancún y el narco

Si en algún lugar del país se puede hablar de Estado fallido, es en Cancún

Por: EL INFORMADOR

Si en algún lugar del país se puede hablar de Estado fallido, es en Cancún, el polo turístico erigido hace 40 años que hoy está en manos del narco. Los cárteles se disputan la plaza, ante la parálisis de las autoridades y la complicidad pasiva, y en algunos casos activa, de empresarios. Cancún anticipó lo que sucedería en muchas ciudades del país, que hasta hace poco no estaban “contaminadas” por el crimen organizado.

Pero en Quintana Roo, a diferencia de otras entidades, el narco no “llegó”, sino que fue prohijado conscientemente desde el poder.

Mario Villanueva gobernó el Estado de 1993 a 1999. Es el paradigma del gobernador priista que abrió las puertas a los narcotraficantes colombianos y colaboró en la construcción y fortalecimiento de grupos que desangran hoy en día a México. Desde aquellos tiempos hablábamos de las pistas donde aterrizaban avionetas con cocaína, de los millones pagados para permitir su libre paso. Directores de medios le temían al gobernador, censuraban a sus colaboradores y reporteras para evitar la ira de Mario.

Hoteleros mexicanos y españoles le entregaban sumas multimillonarias para recibir su aval en la destrucción del medioambiente y se sometían al desprecio de su reconocido talante agrio. En el Estado escuchamos historias sobre supuestos asesinatos y vimos cómo hoteleros, políticos y policías tejían redes de complicidad y silencio. Toda persona que revelara la realidad era acallada, amenazada y aislada. Los más ricos y poderosos empresarios de Cancún y Cozumel departían con Villanueva, a sabiendas de su narcoalianza.

El 4 de junio de 2008, el ex gobernador fue sentenciado a 36 años y nueve meses de prisión por su complicidad con el trasiego de drogas de Colombia a los Estados Unidos. El Gobierno norteamericano lo considera responsable de abrir las puertas a la globalización del narcotráfico con el cártel de Juárez, cuando Amado Carrillo “el señor de los cielos”, era el jefe criminal en mi ciudad. A pesar de la clara evidencia, cientos de personas de todos los estratos sociales le defienden; hoteleros y empresarios, políticos y gente común consideran que “fue un buen  gobernador”.

La extradición despierta viejos fantasmas en el Sureste mexicano. Aunque Villanueva purgue una pena merecida por gestar el monstruo de la impunidad y el fortalecimiento de los cárteles, quedan en el Estado cientos de hombres de poder que fueron sus cómplices silenciosos. Los que callaron cuando debieron hablar, los que festejaron la corrupción, los que compraron su entrada con dinero sucio; ésos que aún gobiernan Quintana Roo y controlan parte de su economía.

Ahora los zetas controlan la cárcel y mantienen enormes galerones con productos piratas en la avenida López Portillo que distribuyen en el Sureste. Los Beltrán Leyva pelean el control del tráfico de drogas con el Golfo. Durante 2007 hubo 34 ejecuciones en Cancún, y en aras de proteger el turismo el Gobierno gasta millones en acallar a la prensa. Mario Villanueva es quien es, y su herencia pervive aunque sea extraditado.

Genocidio: recientemente en España hablé sobre la responsabilidad del Estado en los casos de feminicidios (tipo penal aceptado en la ley federal). Además, hablé de la posible limpieza social por 15 mil asesinatos impunes. Alguien en el camino decidió acusarme de hablar de genocidio, haciendo una falsa interpretación de mi análisis sobre la violencia en México.

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