Lunes, 20 de Enero 2025
México | Por José de Jesús Covarrubias Dueñas

Calidad de vida

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Por: EL INFORMADOR

La naturaleza prospera por la paciencia y el hombre, en su ambiciosa carrera de progresar, ha ido destruyendo a la naturaleza; pero sobre todo ha olvidado vivir en armonía con la naturaleza (secundum natura vivere).

Así, el hombre era nómada y vivía en amplios espectros territoriales; después fue conformando pequeños grupos, luego tribus, países y ciudades o burgos, y de manera paulatina las organizaciones rurales fueron transformándose en estructuras sociales urbanas.

Dicha transformación ha operado en México desde hace un siglo, 80% del total de la población de nuestro país residía en áreas rurales; ahora podemos afirmar que más de 80% de la sociedad en México vive en las grandes zonas metropolitanas que son verdaderos monstruos infrahumanos y en los cuales la calidad de vida se ha venido deteriorando de manera paulatina.

Así, la paradoja es que el hombre en el campo tiene una mejor calidad de vida y que empezó a construir ciudades para tener más servicios, mejor alimentación, hospitales, servicios educativos y demás infraestructura que le permitiese una vida mejor.

Sin embargo, ante el desmedido crecimiento de las zonas conurbanas, las ciudades han entrado en franca descomposición social, sus residentes se deshumanizan y las vastas conglomeraciones producen virus y bacterias mutantes, depredación de bosques y mantos freáticos, y demás destrucción de la naturaleza.

Lo mismo ha ocurrido en nuestra amada Guadalajara, cuya canción decía: “Guadalajara hueles a pura tierra mojada”; y ahora huele mal por todos lados, en especial, con este calor.

Además, ni en nuestro Estado, mucho menos en nuestra ciudad, se han respetado los planes urbanos, los planes de desarrollo, la ley de fraccionamientos y demás disposiciones que se deben observar en la edificación y ordenamiento de nuestra otrora, amable y limpia ciudad.

Así, en la zona de Providencia hemos visto como se ha despreciado el Bosque Los Colomos, destruido los mantos freáticos de la zona y donde se establece mucha gente extraña con pingües negocios en una mercenaria reconquista de allende los mares y donde se aprecia que no hay ni autoridad, ni Gobierno, ni orden; pero lo que sí se aprecia a todas luces es el gran deterioro de la calidad de vida en toda la zona de Providencia y de nuestra amada Guadalajara.

Esperamos que tales acontecimientos nos sirvan a los tapatíos para dejar de ser “apatíos o apáticos”, y que cobremos una conciencia social de que estamos teniendo la ciudad y sociedad que merecemos por abandonar los espacios públicos a personas mercenarias, que han dañado nuestro ambiente de manera irreparable y que siguen lucrando al degradar nuestra calidad de vida.

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