Miércoles, 27 de Noviembre 2024
México | ITINERARIO POLÍTICO POR RICARDO ALEMÁN

Calderón: la rechifla

Los malquerientes del Presidente vieron satisfechos el repudio al Mandatario

Por: EL INFORMADOR

Sorprendió a muchos que el pasado miércoles 11 —durante la inauguración del nuevo estadio en Torreón, Coahuila—, la afición del equipo local de futbol respondiera con sonora rechifla a Felipe Calderón.

Los malquerientes del Presidente vieron satisfechos el repudio al Mandatario, en tanto guardaron silencio todas las instancias azules; sean de Gobierno, partidistas o legislativas. Pocos explicaron la razón de la rechifla al Presidente Calderón, durante una “fiesta” del futbol como esa.

La respuesta parece elemental. La rechifla se dio porque los ciudadanos están hartos y desesperados. Y porque pareciera que en Los Pinos no se han dado cuenta que a tres años de Gobierno, frente a una crisis económica como la que se vive en todo el mundo —cuyos efectos en México son demoledores—, y ante el desempleo galopante y las políticas fallidas de Calderón, los ciudadanos no pueden aplaudir ni al Presidente, ni al Congreso y menos a una clase política irresponsable.

En política —dicen los sabios de ese oficio—, “no hay sorpresas, sino sorprendidos”. Y la verdad es que a nadie debiera sorprender que el Presidente sea abucheado por una sociedad agraviada por el deficiente desempeño del Gobierno de Calderón, engañada por los codiciosos partidos y burlada por los legisladores de utilería. En el fondo presenciamos una manifestación espontánea de la llamada “opinión pública”; sociedad que entiende que el reproche —en este caso en sus vertientes de rechifla o abucheo—, es la única herramienta de sanción a su alcance.

Lo que vimos el pasado miércoles en Torreón, durante el abucheo a Calderón, no es otra cosa que el ejercicio pleno y espontáneo de una libertad fundamental de los ciudadanos —la libertad de expresión—, quienes en conjunto se erigieron en “opinión pública”. En realidad la rechifla y el abucheo —igual que la crítica—, son leyes fundamentales de la “opinión pública”. Esas leyes —que valen tanto como las leyes de los hombres o las leyes divinas—, son el aplauso o el repudio. Y en Torreón los ciudadanos repudiaron a un mal Gobierno.

Por eso llama la atención que en el cuartel de los “genios” de la imagen presidencial se insista en que se cometió un error, que se expuso al Presidente de manera innecesaria y que no se calculó el evento. Puede ser cierto el diagnóstico, pero también es cierto que buena parte de la sociedad mexicana llegó al límite o está por llegar al límite de la tolerancias ante la ineficacia.

Pero lo más importante es que la misma sociedad entendió que tiene en sus manos el poder de la “opinión pública”. Un poder que, por cierto, niegan tirios y troyanos, pero que a lo largo de la historia ha probado su eficacia. Al tiempo.

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