Bienvenido ciudadano, ¡sincronízate!

A Guadalajara ¡que bien le sientan las vacaciones!. En estos días luce como la ciudad que muchos queremos. Hoy podemos vivirla de una manera envidiablemente distinta a la de todos los días.

Apreciamos no tener congestionamiento vehicular y la consecuente baja de contaminación. Disfrutamos los trayectos cortos, podemos caminar bajo la sombra de una Jacaranda, Tabachín o Primavera, por mencionar algunas de las especies que llenan de colores el violentado espacio público. Valoramos la tranquilidad al andar en bici y con un poco de suerte hasta jugar en la calle. Mirando hacia el norte, reconocemos la Barranca de Huentitán, ese imponente límite geográfico que pudiera estar más cerca de nosotros. Gozar el magnífico cielo azul y esos atardeceres que se reinventan y sorprenden cada día, son otro lujo de nuestra descongestionada urbe. Abundan las propuestas para disfrutar de esta ciudad amable.

¿Por qué derepente nuestra ciudad se vuelve tan antojable? Pareciera que el factor que separa la ciudad que tenemos de la que quisiéramos tener, se personifica en los ciudadanos -vacacionistas que salieron de la ciudad. Sin embargo, según la encuesta dada a conocer por EL INFORMADOR, solo uno de cada diez tapatíos saldría de vacaciones esta temporada. ¿Es posible imaginar que solo ese 10% nos esté dando semejante privilegio? Sabemos que son muchos factores asociados a la temporada vacacional que hoy nos regalan esta envidiable “postal” de la ciudad. Resulta agradable imaginarse lo increíble que sería mantenernos así, que esta fuera la ciudad de todos los días. Empezar por colgar algunas mantas que digan: “bienvenido ciudadano, esta es tu ciudad y te espera, pero te pide que la conserves como la encontraste”.

Hoy valoramos nuestra ciudad sin necesidad de hablar de la Guadalajara de antaño, no necesitamos volver a la idea de que tiempos pasados siempre fueron mejores, lo que necesitamos hacer, es aprender a vivir de una manera distinta viendo hacia el futuro. Hay muchas tareas pendientes, tenemos que ordenar y reglamentar nuestro territorio, tarea nada fácil a corto plazo. Mientras podemos aprovechar mejor el “tiempo urbano”, organizar los horarios de ingreso y salida de colegios y trabajos, ampliar el servicio de trasporte público, modificar horarios de oficinas de gobiernos, es decir, distribuir la forma en que vivimos y nos movilizamos en la ciudad, pero sobre todo cambiar responsablemente nuestros hábitos. Tenemos que sincronizar nuestra ciudad. El arquitecto madrileño Andrés Jaques afirma que “el urbanismo moderno es un gran experimento de danza; una disputa de coreografías”, deduzco que lo que estamos presenciando estos días es una pieza rítmica que disfrutamos, contra la improvisación habitual de una coreografía incómoda. Ver estas dos puestas en escena, nos ayuda a definir que si “la ciudad moderna fue pensada como la ciudad de los hechos consumados”(Jaques), nuestra ciudad actual no tiene por que subordinarse a ese destino. Debemos ser capaces y estar dispuestos a sincronizarnos con nuestra ciudad, para entonces poder citar a Nietzsche diciendo: “para esa música del futuro ya están afinados todos los oídos”.