CIUDAD DE MÉXICO (02/AGO/2016).- Los asesinatos a sangre fría son moneda corriente entre sicarios de cárteles antagónicos en México, pero la reciente ola de masacres contra familias enteras, incluyendo niños, evidencia que la reinante impunidad y una filtración de maras centroamericanas han roto los códigos de respeto entre criminales.En julio, 19 personas de tres familias fueron exterminadas en menos de una semana en Ciudad Victoria, capital de Tamaulipas, un estado del noreste donde varios grupos se disputan el trasiego de droga al vecino Estados Unidos.El fin de semana pasado, una familia de siete personas fue asesinada en Guerrero, región clave para la producción de marihuana y goma de opio, mientras que ocho pescadores de tiburones, de una misma familia, fueron ultimados el 18 de julio en el estado de Oaxaca.Esta sangría dejó 34 muertos, entre ellos mujeres y 10 menores de edad.Por el modus operandi, se trata "definitivamente" de guerras entre células criminales formadas de la escisión de grupos narcotraficantes, "que ya no respetan a las familias, a las esposas y a los hijos", dijo Raúl Benítez Manáut, experto en seguridad nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).En épocas de los grandes cárteles y capos veteranos "había un código de honor en el que la familia era intocable. Ahora, en estos tiempos modernos, se ha acabado ese código", dijo por su parte un agente cercano a las investigaciones de las recientes masacres en Tamaulipas, que pidió el anonimato.Los expertos y el agente coinciden en que estas células criminales han caído en una espiral ascendente de venganzas que podría ir en aumento. - Entre impunidad y maras - La ola de masacres "es una evidencia más de la impunidad y la falta de coordinación para poder atender o contener la criminalidad (...) Se puede asesinar a grupos completos, incluyendo menores de edad y mujeres, sin que la justicia actúe de manera inmediata", estimó Javier Oliva, también experto en seguridad de la UNAM.Solo 1% de los delitos en México son castigados, según un estudio realizado en 2016 por la Universidad de las Américas en Puebla.Para Alejandro Hope, un exdirectivo de la agencia de inteligencia de México, "no corre mayor riesgo una banda criminal si mata a una persona que si mata a ocho o a once", pues no hay operativos especiales ni investigaciones particularmente rigurosas.El agente consultado reconoció que no se tiene previsto un protocolo especial para estas masacres."No tenemos los elementos necesarios y suficientes para aplicar protocolos especiales, lo que hacemos es reforzar la estrategia" de seguridad general, dijo, al explicar que tras las matanzas en Ciudad Victoria se desplegaron 600 soldados adicionales.Para este agente, el verdadero problema reside en la infiltración de pandilleros centroamericanos."Cuando aquí los cárteles mexicanos vieron que no tenían suficiente gente desalmada para acabar con sus enemigos, empezaron a traer a los Mara Salvatrucha de El Salvador, que son reconocidos internacionalmente por su salvajismo", destacó.Las masacres contra familias "no se dan porque la impunidad lo permite, no. Se dan porque son gente que traen de afuera con ese tipo de ideología criminal", recalcó. - Beneficios criminales - Pero para Hope, estos actos de "brutalidad extrema" se producirán mientras no representen un "riesgo adicional" para el criminal.Aunque matar a las mujeres y niños de sus enemigos expone a los sicarios a represalias similares, "desde la perspectiva de los criminales hay beneficios", explica Hope.Al matar a un hijo del rival se elimina a un competidor del camino, se logra un crimen con menos testigos, se intimida al enemigo y se genera temor y sumisión entre la población e incluso autoridades, eliminando la denuncia de los crímenes, explica.La violencia derivada del narcotráfico ha dejado en México más 100,000 muertos y desaparecidos desde 2006, cuando el gobierno militarizó su combate contra las drogas.Tamaulipas es uno de los estados más golpeados por esta violencia. Ahí se disputan el territorio los carteles del Golfo y Los Zetas. Y en Ciudad Victoria, las batallas se desataron entre dos grupos al interior de Los Zetas: los de la Vieja Escuela y los llamados cártel del Noreste.Por su parte, Guerrero es una de las regiones más pobres del país y tuvo la tasa más alta de homicidios en 2015 debido a una guerra por el mercado de opio y marihuana.En el crimen de Oaxaca, las autoridades investigan si la masacre de los pescadores esta ligada a actividades ilícitas.