Martes, 26 de Noviembre 2024
México | POR ROSSANA FUENTES BERAIN

Arizona, vergüenza al cuadrado

De ser discriminado allá, a ser explotado acá, pues no hay sino escoger entre lo malo y lo peor

Por: EL INFORMADOR

El racismo en Arizona es, o debería ser, una vergüenza para los estadounidenses de bien. La falta de creación de empleos remunerados justamente en nuestro país es, o debería ser, una vergüenza para los mexicanos de bien, por eso el fenómeno de la inmigración en la coyuntura actual es una vergüenza al cuadrado.

Detrás de la aprobación de la Ley SB1070 de Arizona, asoma el horripilante rostro de una mutua falla: al norte del Río Bravo pervive la incapacidad de asimilar la inmigración de los morenos; al sur, la de hacer crecer la economía para que éstos se queden en condiciones de trabajo digno en su patria.

Arizona puede que sea sólo el principio, probablemente siga Texas, porque en la atonía de una recuperación económica tambaleante, como lo vimos con el desplome de Wall Street el jueves 6 de mayo, el expediente fácil es rechazar a los indocumentados responsabilizándolos de los problemas, no sólo económicos, sino sociales, de una nación que siempre, no únicamente con los mexicanos, ha buscado amenazas externas ante las cuales definirse como nación.

Complica la relación bilateral entre Estados Unidos y México esta actitud racista ¿Cómo se puede definir la sospecha de que no tiene papeles un individuo en Arizona, si no es por el color de su piel o sus facciones? Pero de igual manera dificulta esa relación la continuada obstinación argumentativa de parte de los mexicanos de eludir nuestra parte de responsabilidad; hace 25 años que los ingresos per cápita de nuestro país no crecen para los asalariados.

El diferencial que en promedio se ubica en 5 a 1, cinco dólares por cada uno que es pagado en México, hace que algunos decidan correr el riesgo del cruce sin documentos y el empleo precario y la amenaza racista, porque nosotros en nuestro país no podemos ponernos de acuerdo para implementar esquemas de mayor justicia salarial.

De ser discriminado allá, a ser explotado acá, pues no hay sino escoger entre lo malo y lo peor. Nadie gana con esta situación que a todos nos debería avergonzar.

En México, además de los estados fronterizos, también los estados expulsores —que ya son todos, pero muy particularmente los del Bajío— se verán afectados, si efectivamente la ley en Arizona se implementa ahí y se extiende a otros estados.

Ése y no otro será el telón de fondo de la primera visita de Estado del Presidente Felipe Calderón a la Casa Blanca el 19 de mayo.

Lastimosamente para todos, la vergüenza que debería ser colectiva es que este fenómeno migratorio es un reflejo nada halagador de lo que desde las dos naciones se refuerza: el desprecio por los mexicanos que buscan infructuosamente mejores condiciones de vida del otro lado, porque no las encuentran en su país.

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