CIUDAD DE MÉXICO (25/NOV/2016).- Mucho antes de ser primera dama de México, Angélica Rivera ya estaba acostumbrada a las cámaras y al asedio de la prensa, era una popular actriz cuya fama escaló cuando se casó con el entonces gobernador del Estado de México y ahora Presidente del país, Enrique Peña Nieto.Sin embargo, poco pudo haberla preparado para el daño que ha sufrido su imagen en los últimos años. Desde el escándalo de la llamada “casa blanca” su popularidad se ha ido a pique y la estrategia presidencial de blindarla es “una táctica contraproducente”, señala Sabina Berman, quien escribe un reportaje sobre la primera dama para la revista “Vanity Fair”.“El resultado del blindaje es que la presencia de Angélica Rivera sólo se produce a través de fotografías y video, y no sabemos lo que piensa sobre su rol como primera dama, sobre el país, sobre las giras internacionales. Es una situación muy rara tener una primera dama que es pura imagen, es una situación bastante extraña”, señaló Berman en entrevista para El Universal.Berman inicia su reportaje con un relato de la última celebración del Grito de Independencia, el pasado 15 de septiembre. En un gesto de empatía con la situación económica del país, la primera dama, recicló para la ocasión un vestido que había usado durante la visita de los reyes de España. Sin embargo, las 300 mil personas reunidas en el Zócalo, se quedaron en silencio, sin los usuales vítores que acompañan la celebración.La impopularidad, una novedad“La impopularidad y los desaires son una novedad para Rivera. Lo natural para ella era toparse con filas de adoradores esperando turno para pedirle un autógrafo”, señala Berman, quien consultó varias fuentes cercanas a la Primera Dama para este reportaje. “Este es un reportaje, no es un articulo de opinión, hay una indagación de los hechos. Hay un tono objetivo, no neutral, pero sí objetivo”, detalla Berman.Según señala el texto, no es que la impopularidad del Presidente opaque la imagen de Rivera, pues varias han sido las ocasiones en las que, al hacer ella sola acto de presencia, se ha enfrentado el escarnio del público, como cuando se levantó a saludar durante un concierto de Ana Gabriel y sólo recibió silbidos y abucheos.“Rivera por mérito propio llego a ser primera dama con un capital de popularidad inigualable a cualquier otra en nuestra historia y, paradójicamente, es la más misteriosa. El reportaje busca ir detrás de ese misterio para hablar de esa sombra”, detalla Berman.Para Berman, “la suerte de la primera dama evoca una pesadilla común en el gremio de los actores”, pues se enfrentar a una situación que no conoce y no sabe bien cómo actuar o qué decir, y eso impacienta al público.Cómo ha manejado el escándaloUn ejemplo claro fue cuando la primera dama dio un mensaje televisado a la nación sobre su papel en el escándalo de la “casa blanca”. Rivera llegó a una reunión con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, el Presidente Peña Nieto y otras personas con un guión escrito a mano.Según las fuentes de Berman, al terminar la reunión, Rivera salió “con otras hojas, escritas a máquina. Era el peor guión escrito del mundo”, con el que ningún actor o político “hubiera podido tocar el corazón de la gente” y, muy al contrario, durante el mensaje se mostró molesta y habló golpeado, porque “estaba muy exasperada con esas hojas”.Berman señala que la estrategia que ha seguido el equipo de comunicación de Rivera y de Presidencia no ha ayudado a la primera dama y, muy al contrario, la ha perjudicado. En particular durante ese mensaje sobre la “casa blanca”.“Cambió de ser un signo de popularidad positiva a ser un signo negativo en sólo una hora. No me deja de asombrar que su equipo de comunicación considerara que su trabajo fuera mantener incomunicada a una figura pública. Es una mala estrategia porque, en el espacio que dejan, han prosperado historias ciertas, inciertas y, francamente, inventadas por la mala voluntad”, apunta la escritora.Un ejemplo, señala la escritora, fue una ocasión en la que la primera dama se encontraba con una de sus hermanas tomando un café en una plaza de Roma, cuando un mexicano pasó y les tomó una foto con su celular. El mismo día, comenzó a circular en las redes sociales que Rivera estaba en Europa con un presunto amante y la reacción de su equipo de comunicación fue “ignorar el hecho”.“Hay millones de ciudadanos que se informan en las redes y esta reacción de su equipo revela un desconocimiento básico para cuidar su imagen pública”, señala Berman.Berman señala que, como un primer paso para mejorar su imagen, Rivera debería comunicarse con los ciudadanos y dejar de ser sólo una imagen. “Obviamente hay otras medidas que puede tomar, pero todo está en la voluntad de que lo deseé hacer ella y la Presidencia”, apuntó.La escritora espera que, tras el reportaje -que incluso será publicado en la versión europea de la revista “Vanity Fair”-, la primera dama busque dar su versión de la situación.