Sábado, 23 de Noviembre 2024
México | POR CARLOS CORVERA GIBSONE

Amigo de la Tierra

De poco sirve gastar tiempo y palabras en encontrar soluciones técnicas y políticas para disminuir los niveles de gases de efecto invernadero

Por: EL INFORMADOR

Entre nosotros y Noé hay una diferencia. Él construyo un arca que salvó a muchos. Nosotros no estamos dispuestos a construir ningún arca que nos salve a nosotros y a la Naturaleza. Eso sólo es posible si disminuimos considerablemente las sustancias que alimentan el calentamiento. Si miramos lo que estamos haciendo, debemos reconocer que nos vale gorro la Tierra. Amamos más el lucro que la vida, estamos más empeñados en salvar el sistema económico-financiero que a la Humanidad y a la Tierra.

De poco sirve gastar tiempo y palabras en encontrar soluciones técnicas y políticas para disminuir  los niveles de gases de efecto invernadero, si seguimos manteniendo este tipo de civilización. Es como si una voz dijese: “Pare de fumar, si no va a morir”, y otra voz dijese lo contrario: “Siga fumando, pues ayuda a la producción que ayuda a crear empleos que ayuda a garantizar los salarios que ayudan al consumo que ayuda a aumentar el PIB (Producto Interno Bruto). Y así alegremente, como en los tiempos de Noé, vamos al encuentro de un diluvio pre-anunciado.

No somos tan tontos como para decir que no necesitamos la política y la técnica. Las necesitamos mucho, pero es ilusorio pensar que la solución está en ellas. Hay que incluirlas en otro aspecto de civilización que no reproduzca las perversidades actuales. Por eso, no basta una ecología ambiental, que ve el problema en el ambiente y en la Tierra. Tierra y ambiente no son el problema.

Nosotros somos el problema, el verdadero Satán de la Tierra, cuando deberíamos de ser su Ángel de la guarda. Entonces es importante hacer una revolución. ¿Pero cómo hacer una revolución sin revolucionarios?
No es la educación la que va a cambiar el mundo. La educación va a cambiar a las personas que van a cambiar el mundo.

El primer paso es asumir el legado de los astronautas que vieron la Tierra desde fuera de ella y se dieron cuenta de que la Tierra y Humanidad forman una entidad única e inseparable, que es parte de un todo cósmico. El segundo es saber que somos Tierra que siente, piensa y ama, por eso “homo” (hombre y mujer) viene de “humus” (tierra fecunda). El tercero, que nuestra misión en el conjunto de los seres es de ser los guardianes y los responsables del destino feliz o trágico de esta Tierra. El cuarto es que junto con el capital natural que garantiza nuestro bienestar material, debe venir el capital espiritual, que asegura aquellos valores sin los cuales no vivimos humanamente, como la buena voluntad, la cooperación, la compasión, la tolerancia, la justa medida, la contención del deseo, el cuidado esencial y el amor.. Amigo de la Naturaleza, de la vida y de la Tierra.

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