¡Ah, las alianzas!

Salvo que se produzca en el Congreso de la Unión la gran reforma política que se ha venido impulsando desde varios frentes, 2010 estará marcado como un año en el que tomó un nuevo cariz el tema de las alianzas electorales. Aparte de las elecciones intermedias que se celebrarán en Yucatán, Chiapas y Baja California (sólo la primera en mayo), están en juego en los comicios del mes de julio 12 gubernaturas, de las cuales nueve están en poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), dos las encabeza Acción Nacional (PAN) y una, Zacatecas, el de la Revolución Democrática (PRD).

Ya habíamos hablado de algunos estados emblemáticos para el priismo como enclaves a los que no ha podido acceder la oposición, como son los casos de Veracruz, Oaxaca, Hidalgo o Durango, pero conforme avanzan los días y se acercan las fechas de registro de candidatos a esa docena de gubernaturas, el tema de las alianzas se ha vuelto no sólo punto de debate e incluso de confrontación, sino en “el tema” de este año.

El consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), Leonardo Valdez Zurita, actualizó hace un par de semanas los datos del padrón electoral en la cifra de 78 millones de mexicanos. Bueno, pues de ese total, alrededor de 30 millones, en cifras gruesas, están en condiciones de ir a las urnas en los comicios estatales y decidir si siguen con la misma fórmula que conocen (en algunos casos ya con alternancia, como Aguascalientes, Chihuahua, Tlaxcala o Zacatecas) o bien optan por una opción diferente.

Las alianzas electorales que se han venido forjando, y que fueron bautizadas por el líder de la fracción del PRI en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, como “contranatura”, en referencia específica a las coaliciones entre PAN y PRD, son una verdadera prueba de lo que podría ocurrir en el proceso electoral presidencial de 2012. Pero no sólo eso, sino que también están sometiendo a una dura presión a los procesos de negociación para sacar adelante reformas legislativas en las que se requiere la suma de voluntades políticas para concretarlas.

Obligado por las secuelas que ha dejado la renuncia de su secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, a su larga militancia panista, el Presidente Felipe Calderón ha repetido una y otra vez que mantiene su confianza en él y que lo sigue considerando un interlocutor válido ante las diversas fuerzas partidistas, lo mismo que con los otros dos poderes.

Pero está claro que el tema le resulta incómodo, porque es prácticamente imposible negar que el propio Calderón es artífice de mucho de lo pactado y lo no concretado en su relación con el PRI. ¡Que con su PAN se lo coma!