Domingo, 19 de Enero 2025
México | LIBRE DIRECTO POR JAIME GARCÍA ELÍAS

— Teléfono Descompuesto

Sería muy fácil decir que Lozano miente; que predica, pero no practica, el octavo mandamiento de la ‘‘Ley de Dios’’

Por: EL INFORMADOR

Jaime García Elías.  /

Jaime García Elías. /

La nota periodística difundida el viernes pasado desde Roma, con las declaraciones del cardenal Javier Lozano Barragán acerca de la demanda promovida por el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, contra el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, arzobispo de Guadalajara, es un ejemplo perfecto de lo que comenzó —y sigue siendo— como un juego, pero se ha transformado en tópico: el Teléfono Descompuesto.

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La primera distorsión entre el hecho (que haría las veces de la frase inicial del juego) y la nota periodística, estriba en que ésta, al asegurar que la controversia en cuestión “llegó hasta el Vaticano, donde fue analizada en una reunión del Papa con cardenales”, sugiere, una de dos: o que el jefe de la Iglesia convocó al colegio cardenalicio precisamente para estudiar el asunto... o, al menos, que el conflicto de referencia se agregó al punto toral del encuentro: asumir una posición sobre los escándalos de abusos sexuales por parte de clérigos, que han conmocionado a la propia Iglesia.

No hubo tal. Lozano Barragán, “en declaraciones a un grupo de periodistas al salir del encuentro” —es decir, al calce y al margen de éste— refirió que en la reunión se dijo que los obispos, en México, no pueden pronunciarse acerca de la homosexualidad, los matrimonios y la adopción de menores por parte de personas del mismo sexo, “porque si hablan se dice que están en contra del Gobierno”, y que las demandas de Ebrard contra Sandoval se interpretaron como “ataques a la libertad religiosa”.

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Sería muy fácil decir que Lozano miente; que predica, pero no practica, el octavo mandamiento de la “Ley de Dios”: “No levantarás falso testimonio ni mentirás”. Sin embargo, como Su Eminencia —presidente emérito del Pontificio Consejo para la Salud— reside en Roma, es probable que, por obra y gracia del Teléfono Descompuesto, haya recibido fragmentado el mensaje inicial...

Convendría puntualizar, en consecuencia, para evitar que a partir de sus declaraciones siga habiendo nuevas distorsiones, lo siguiente: Ebrard no demandó a Sandoval por hacer planteamientos doctrinarios sobre la homosexualidad, etc., con apego a la doctrina tradicional de la Iglesia, sino por haber aseverado que aquél “maiceó” —es decir, sobornó— a los ministros de la Suprema Corte que avalaron la concordancia de las reformas al Código Civil del Distrito Federal con la Constitución.

En el corolario de esta versión del juego del Teléfono Descompuesto, convendría que alguien le comentara a Don Javier —muy claramente, para que el enredo ya no se repita— que al asunto le viene, cono anillo (cardenalicio o no) al dedo, el aforismo de Perogrullo: “Una cosa es una cosa... y otra cosa es otra cosa”.

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