Lunes, 20 de Enero 2025
México | LIBRE DIRECTO POR JAIME GARCÍA ELÍAS

— Pepegrillos

Afirmar que en la nómina del Ejecutivo estatal ‘‘ya no hay gastos ofensivos’’, es, por decir lo menos..., ofensivo

Por: EL INFORMADOR

Afirmar, como afirmó en días pasados el gobernador de Jalisco, que en la nómina del Ejecutivo estatal “ya no hay gastos ofensivos”, es, por decir lo menos..., ofensivo.

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Cabe, de entrada, hacer una salvedad: puesto que una acepción de ofender es “decir o hacer algo que demuestre falta de respeto, consideración o acatamiento”, alguien —aun sin tener un historial que lo acredite precisamente como una persona fanática del respeto—, en un momento dado, pudiera decir, sin faltar a la verdad, que si alguna palabra o acción suyas lastimaron moralmente a una o varias personas, no fue esa su intención. Sin embargo, en tratándose de la manera como los gobernantes gastan el dinero del pueblo (se habla exclusivamente del que gastan: no del que roban de manera inicua), ya Manuel Gómez Morín —uno de los fundadores del PAN— advertía sobre la proclividad a la corrupción de muchos que se erigían en sacrosantos pepegrillos de los perversos pinochos enquistados en el aparato gubernamental: “¡Cuántos, de buena fe —escribió en 1926—, se gastan y gastan a los demás revolviéndose y predicando la rebelión contra una tiranía corrompida, sin advertir que necesariamente caerán en otra corrupción...!”.

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Si por “gastos ofensivos” se van a entender los manejos discrecionales del presupuesto, más en beneficio de los gobernantes que de los gobernados, es evidente que no sólo resultan ofensivos los subsidios que los burócratas de angora se asignan para gasolina, teléfonos celulares y —como dijo alguna vez el mismo gobernador— “comidas que no harían si tuvieran que pagarlas de su bolsillo”. Son ofensivos los salarios que se asignan a las infanterías de la burocracia, por indignos, por inhumanos y porque propician la flojera, la improductividad y la corrupción..., y lo son, sobre todo, desde el primero hasta el último peso que se gasta en ellos, los salarios de los cientos —o quizá miles— de “funcionarios públicos” cuyos quehaceres, en términos de beneficio para los ciudadanos, son perfectamente prescindibles.

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En 1943, Gómez Morín, en una carta a la revista “Hoy”, deploraba los “presupuestos desequilibrados, en los que el costo de una inútil y cara burocracia ha sido creciente cada año”, y decía que “más que el volumen mismo de los gastos del erario, el mal reside (...) en la falta de orden, de proporción, de orientación de los mismos gastos”.

Parafraseando al senador —priista converso— Juan José Rodríguez Prats: Si el lema del PAN es “Por una patria ordenada y generosa”, ello sólo lo podrá lograr a través de un gobierno —asignatura pendiente a todas luces—... ordenado y generoso.

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