Lunes, 20 de Enero 2025
México | LIBRE DIRECTO POR JAIME GARCÍA ELÍAS

— “No se oye...”

Las de Hans Küng y Joseph Ratzinger fueron, hasta un cierto punto del camino, vidas paralelas

Por: EL INFORMADOR

Las de Hans Küng y Joseph Ratzinger fueron, hasta un cierto punto del camino, vidas paralelas. Fueron los dos teólogos más jóvenes del Concilio Ecuménico Vaticano II: dos de las mayores esperanzas del Papa Juan XXIII para lograr el “aggiornamento” de la Iglesia Católica. Casi medio siglo después, ambos siguen vigentes: el primero, como el crítico más lúcido “desde dentro” de la misma; el segundo, como Papa.

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Küng publicó, la semana pasada, en varios de los más importantes periódicos  del planeta, una “Carta abierta a los obispos católicos de todo el mundo”: un documento que —especialmente ahora que la Iglesia está sumida, según la misma misiva, en “la crisis de confianza más profunda desde la Reforma”— no tiene desperdicio...

El teólogo suizo evoca la invitación de Benedicto XVI, a poco de su elección, para dialogar. “Me hizo concebir la ilusión —apunta— de que (...) encontrara, a pesar de todo, una mayor renovación de la Iglesia”. Por desgracia —continúa— “en lo tocante a los grandes desafíos de nuestro tiempo, su pontificado se presenta cada vez más como el de las oportunidades desperdiciadas, no como el de las ocasiones aprovechadas”.

Küng repasa la relativización y la interpretación “retrógrada” de los textos conciliares por parte de “este Papa”. Señala que Benedicto XVI “parece alejarse cada vez más de la gran mayoría del pueblo de la Iglesia, que de todas formas se ocupa cada vez menos de Roma”. Habla de la frustración de los miembros más activos de la Iglesia ante el espectáculo de “cada vez más iglesias, seminarios y parroquias vacíos”. No omite, por supuesto, la referencia a los “escándalos que claman al cielo: abuso de miles de niños y jóvenes por clérigos”, y la consiguiente “crisis de liderazgo y confianza sin precedentes”, por el “sistema de ocultamiento” impuesto por los dos últimos papas.

Pide, al cabo, “no callar”; “acometer reformas”; “actuar colegiadamente”, a la manera de los apóstoles, sin el sometimiento ilimitado (que “sólo se debe a Dios”, dice) al estilo autocrático vigente, y exigir, en fin, “un concilio”, ya que “innúmeras personas han perdido la confianza en la Iglesia Católica (y) para recuperarla sólo valdrá abordar de forma franca y honrada los problemas y las reformas consecuentes”.

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Al margen de la tentación de pensar qué hubiera sucedido si los inescrutables designios del Espíritu Santo hubieran llevado a Hans Küng al lugar en que hoy está su antiguo colega en la Universidad de Tubinga —Ratzinger—, es una pena profetizar la respuesta de los destinatarios —los obispos católicos de todo el mundo— de la misiva...

La misma del viejo (y vulgar) chiste: “No se oye...”.

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