Domingo, 19 de Enero 2025
México | LIBRE DIRECTO POR JAIME GARCÍA ELÍAS

— Neo-neopanistas

Cuando llegaron los primeros panistas elegidos democráticamente para los cargos públicos, lo admitieron humildemente: ''No tenemos gente preparada para gobernar''

Por: EL INFORMADOR

Jaime García Elías.  /

Jaime García Elías. /

Más claro, ni el canto de un gallo...
Salvo mínimas diferencias de matiz, en el fondo no alcanzan a vislumbrarse las diferencias entre el PRI que cedió —¿transitoriamente?— la estafeta como “partido oficial”, y el PAN que llegó para recogerla y encasquetársela presuroso. En el estilo de gobernar, los abanderados del partido que pedía a gritos la incorporación de la moral al ejercicio de gobierno, y operaba, en congruencia con sus principios de doctrina, como sistemático objetor de conciencia de los gobiernos emanados (según eso) de los sacrosantos postulados de la Revolución Mexicana, se han encargado de demostrar que están hechos del mismo barro que sus antecesores. Muy pocos han conseguido cruzar el pantano de la política sin que se les manchara el plumaje. Serían —caso de haberlos— las excepciones a la regla. Los más, por no decir todos, han generado las mismas dudas y proyectado las mismas sombras de los que estaban antes: ambición, cinismo, improvisación, amiguismo, corrupción, incompetencia...

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Cuando llegaron los primeros panistas elegidos democráticamente para los cargos públicos, lo admitieron humildemente: “No tenemos gente preparada para gobernar”. ¿Y cómo podían tenerla, si la aplanadora tricolor nunca les había dado la oportunidad de gobernar?... Los ciudadanos supieron ser indulgentes con sus errores iniciales. Les dieron la oportunidad de aprender. Al paso del tiempo, en efecto, los bisoños gobernantes aprendieron algo: no el oficio..., pero sí las mañas del oficio: la habilidad para ocultar y disimular sus incompetencias tras un tupido manto de palabras (informes, discursos, propaganda...), y otro, más tenue, menos burdo, de truculencias paternalistas: desde los programas de asistencia social, más eficaces para promover la figura de quienes cobran por operarlos —es decir, por hacer caravanas con el sombrero de los impuestos— que para abatir la escandalosa desigualdad social que no sólo sigue vigente en el país, sino se acentúa día a día, hasta los festejos pueblerinos, lo mismo so pretexto del Bicentenario que de que la vaquilla tuviera cuates el día primero del mes.

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Ahora que dan los pasos conducentes al relevo en la presidencia del partido, los discursos de los aspirantes obligan a evocar a los “neopanistas” que llegaron hace 30 años a dar un golpe de timón; a rebelarse contra el destino de ser “eterna oposición”; a “mandar de vacaciones a la doctrina”, como dijera el entonces gobernador de Guanajuato, Vicente Fox; a mandar al diantre la “brega de eternidad” de los padres fundadores del partido...

A entender el ejercicio de gobierno, en pocas palabras, como un fin en sí mismo, y no como un medio para alcanzar el ideal (“pamplinas”, dirán los neo-neopanistas) de “la patria noble, ordenada y generosa”.

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