Lunes, 20 de Enero 2025
México | LIBRE DIRECTO POR JAIME GARCÍA ELÍAS

— Miasmas

Para quien lo ignore, Juan José Tamayo es un teólogo seglar español que se califica a sí mismo como ‘‘una persona crítica, rebelde y heterodoxa’’

Por: EL INFORMADOR

(A Magdalena. Con afecto)

Para quien lo ignore, Juan José Tamayo es un teólogo seglar español que se califica a sí mismo como “una persona crítica, rebelde y heterodoxa”; alguien que ha tenido problemas con los poderes establecidos, con sus superiores en el seminario y aun con sus propios padres “por una manera de ver las cosas de distinta forma, aunque dentro de un profundo respeto y con muchísimo cariño”.
Suyas son —botones de muestra— estas ideas:

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“Siempre fui muy crítico de la institución eclesiástica; desde muy joven me di cuenta de que respondía a las preguntas del presente con respuestas del pasado”.

* “Me preocupa mucho el concepto tan desfasado que la Iglesia tiene de la mujer como reproductora de la especie, como ocasión de pecado, como tentadora, como inferior: la mujer al servicio del varón”.

* “En el siglo XIX, la Iglesia Católica perdió a la clase trabajadora, en el siglo XX perdió a los intelectuales y a los jóvenes, y en el siglo XXI, como siga en ese camino tan patriarcal, androcéntrico y machista, va a perder a las mujeres”.

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“La tendencia del Papa y los obispos es a utilizar el báculo para golpear a las ovejas, no a utilizarlo como cayado para acompañarlas en el camino de la Liberación”.

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Bien. Este Juan José Tamayo publicó la semana pasada un ensayo (“La segunda contrarreforma”; “El País”, Madrid, IV-22-10) alusivo al primer lustro del pontificado actual Sostiene que Benedicto XVI “ha ido desmontando (...) el mosaico de la Iglesia perfectamente diseñado en el Concilio Vaticano II, y ha llevado a infeliz término la segunda contrarreforma que ya iniciara Juan Pablo II 30 años ha”.

Repasa su “censura sectarista” a algunos de los mejores libros de cristología del siglo XX (“Jesucristo Liberador”, de Ion Sobrino, y “Jesús: aproximación histórica”, de José Antonio Pagola), y, en cambio, la promoción a su propio “Jesús de Nazaret”, “teológicamente mediocre, bíblicamente inconsistente (...) y con una presentación espiritualista y a-histórica de Jesús de Nazaret”. Resume, en fin,  los frutos (?) de su pontificado: “Un Concilio Vaticano II secuestrado, una teología amordazada, una Iglesia amurallada que se protege de adversarios imaginarios, una ‘viña devastada’ pero no por los ‘jabalíes’ laicistas inexistentes, sino por (...) dirigentes eclesiásticos que han dilapidado el legado ético liberador de Jesús y lo han sustituido por la teología neoliberal del mercado”.

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Leer (y pensar) a Tamayo, abre una claraboya a la esperanza de que la Iglesia salga de su crisis actual... si finalmente prefiere el aire fresco que entre de la calle —como decía Juan XXIII— a las miasmas emanadas de sus añejas catacumbas.

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