Domingo, 19 de Enero 2025
México | LIBRE DIRECTO POR JAIME GARCÍA ELÍAS

— ''Luz del mundo''

San Pablo exigía que las mujeres callaran. ¡Peor para él...!

Por: EL INFORMADOR

Jaime García Elías.  /

Jaime García Elías. /

Es poco probable que Benedicto XVI vaya a toparse un día de estos con la desagradable sorpresa de que la Iglesia “La Luz del Mundo”, de patente tapatía, lo demanda por usurpación de derechos de autor o por el uso no autorizado de su marca registrada. Lo más probable, porque entre bomberos no se pisan la manguera, es que Su Santidad pueda disponer libremente de las regalías que le correspondan de la venta del libro “Luz del Mundo”, de reciente aparición y de celebridad explosiva: tanta así, que, antes de su aparición en librerías, ya era noticia. Lo era por la forma en que el Papa, en una reciente entrevista con el periodista alemán Peter Seewald, abordaba, supuestamente desde una perspectiva novedosa, fresca, temas de palpitante actualidad: la píldora anticonceptiva, el celibato sacerdotal, la homosexualidad, la ordenación de mujeres...

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Sobre este último asunto, el Papa dio el portazo: “No se trata de que no queremos: no podemos; el Señor dio esta forma a la Iglesia...”.
Ya explicará Su Santidad cuándo, dónde, a quién —y por qué, si no es demasiado pedir— le transmitió “el Señor” esa disposición. En todo caso, había sido San Pablo (“Vuestras mujeres callen en las congregaciones, porque no les está permitido hablar”: Primera epístola a los Corintios, v. 34), y no “El Señor”, quien dejó constancia de su misoginia. Sin embargo, las mujeres, y especialmente en nuestros días, se han sacudido esa ominosa interdicción. Así por ejemplo, en “Hablemos de Dios”, Victoria Camps y Amelia Valcárcel demuestran cómo las mujeres pueden abordar el tema religioso, y aun hacerlo igual —o mejor— que los hombres.

Unos cuantos botones de muestra: “Lucrecio escribió que el miedo creó a los dioses (...); una cosa es lo que hace que pervivan las religiones, y otra (...) lo que mantiene funcionando a las iglesias”; “La crítica filosófica abierta a la religión (...) consistió en asimilarla a la superstición pura y simple, aunque la religión fuera una superstición de mayor nivel y mejor organizada”; “Las actuales formas religiosas, ni pueden ni quieren comprometerse con la explicación del mundo; saben que tienen poco que contar, y se limitan a administrar nuestros ritos, nuestros miedos...”; “El dios al que invocamos no sirve ya para curar enfermedades ni para propiciar que llueva”; “Ya no necesitamos la hipótesis divina ni para el mundo físico ni para la política, y ahora se está agotando también para la moral”; “Argumentar desde la voluntad divina es bastante fácil, mientras que hacerlo desde la prudencia y la razón es trabajoso y muchas veces complicado”. Etc.

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San Pablo exigía que las mujeres callaran. ¡Peor para él...!

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