Viernes, 31 de Enero 2025
México | LIBRE DIRECTO POR JAIME GARCÍA ELÍAS

— Freddy

Lo primero: fue el único sobreviviente en la masacre de San Fernando, Tamaulipas, que fue noticia hace una semana

Por: EL INFORMADOR

Jaime García Elías.  /

Jaime García Elías. /

Luis Freddy Lala vive a medio camino entre el milagro y el miedo. Lo primero: fue el único sobreviviente en la masacre de San Fernando, Tamaulipas, que fue noticia hace una semana. Sus 72 compañeros de aventura —emigrantes indocumentados centro y sudamericanos— están muertos. Todos... Lo segundo: precisamente porque él vivió para contarlo, el mundo tuvo un testimonio de calidad acerca de los hechos; no necesitó desplazarse en el resbaladizo terreno —más o menos simplista, más o menos fantasioso— de las especulaciones.

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Se supo, así, por él, que sus 72 infortunados camaradas —para quienes sus asesinos tuvieron como único gesto de misericordia el “tiro de gracia”, que en su caso resultó (¿milagrosamente?) fallido— eran ecuatorianos (como él), hondureños, salvadoreños y hasta brasileños. Todos ellos dejaron afectos y esperanzas en sus tierras de origen (Luis Freddy, de 18 años, había salido dos meses antes, dejando en su natal Zer, una aldea de los Andes ecuatorianos, a su abuela, sus ocho hermanos, sus dos sobrinas y su esposa María Angélica, embarazada), y salieron en pos del sueño americano, provistos de un par de alforjas: en la espalda, la de la frustración por la falta de oportunidades en la tierra que lo vio nacer; en el pecho, la de las ilusiones... La historia de Luis Freddy, incluido el telefonema desde Guatemala —segunda estación de su personal vía crucis, después del vuelo de Ecuador a Honduras— en que le confesó a su esposa haberse arrepentido de su decisión de emigrar porque “ha sido feísimo camino”, se conoce porque su protagonista vive porque el “tiro de gracia” entró por el cuello y salió por la quijada... Las 72 historias restantes quedarán, casi seguramente, inéditas. Se sintetizarán en otras tantas tragedias familiares. Muchos padres, hermanos e hijos vivirán sin enterarse de que el hijo, el hermano, el padre que se fue, murió... y en qué circunstancias. Muchos alimentarán, quizá, la esperanza de que volverán a abrazarlo... algún día.

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Los 73 emigrantes —incluido Luis Freddy, quien ahora teme por su vida porque alguien cometió el error de ponerle nombre y rostro al único sobreviviente de la masacre— fueron arteramente acribillados porque se negaron a aceptar la oferta de convertirse en sicarios de “Los Zetas”. ¿Cuántos más no han corrido la misma suerte?... ¿Cuántos más no salvaron la vida precisamente por haber aceptado la oferta?... ¿Qué mundo es éste, en que la simple sobrevivencia puede depender de aceptar una oferta laboral del crimen organizado... o de la (¿milagrosa?) torpeza de un asesino, que marró uno de los 73 “tiros de gracia” que tenía que dar para ganarse el salario de ese día?

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