— Chillido

Una de las diferencias más notables entre el hombre y el cerdo —a favor del cerdo, obviamente—, estriba en que en justo elogio de éste suele decirse que “todo en él, desde la piel hasta las pezuñas, es aprovechable... excepto el chillido”; el autoproclamado “Rey de la Creación”, en cambio, puede hacer del chillido lo único notable que produce.

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Si se tratara de tribunos como Demóstenes, Churchill o San Juan Crisóstomo, sería sensacional; si fuera el caso de seres humanos en los que el equivalente al chillido de los cuadrúpedos que aportan la materia prima para suculencias gastronómicas como las carnitas o el pozole se caracterizara por su belleza arrobadora —Enrico Caruso o María Callas, por ejemplo—, estupendo...

Sucede, sin embargo, que el chillido del dizque “homo sapiens”, a veces, sólo alcanza para ocurrencias preñadas, en el mejor de los casos, de las consabidas buenas intenciones de que afirma el proverbio que está pavimentado el camino del infierno. La “Iniciativa México”, por ejemplo.

Se pretende que de ahí resulten “proyectos encaminados a combatir flagelos como la corrupción, la pobreza, el daño al medio ambiente y la violencia, y para fortalecer (...) el buen gobierno, la transparencia, el sistema democrático y los derechos humanos”. Como siempre, se parte de la premisa —insuficientemente demostrada hasta ahora, por desgracia— de que “México es más grande que sus problemas” e incluso que sus lacras institucionalizadas. Y se trata, en esencia, más que de una “cruzada” (valga el vocablo tan manoseado... a despecho de que el Papa Juan Pablo II pidió perdón a la Humanidad por las que promovió la Iglesia en la Edad Media) a favor de que cada mexicano se decida a poner lo mejor de sí mismo en cada uno de sus actos, simplemente, sino de un concurso de “iniciativas” que tendrá la motivación de los premios: dos millones de pesos para la mejor —a juicio del público, tras una selección preliminar a cargo de un pomposo “consejo técnico”— y un millón para cada una de las cuatro restantes finalistas. (Detrás de la dichosa “Iniciativa México”, por cierto, están, de manera muy preponderante, con toda la autoridad moral que se les reconoce, los dueños de los medios de comunicación que se han convertido en los grandes educadores de las actuales generaciones de mexicanos).

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Queda —menos mal— un consuelo para el ciudadano que teme que poner los destinos de México en tales manos equivalga a poner, como luego dicen, la Iglesia en manos de Lutero: el Lema de Stroeker, variante a la Ley de Murphy (“Nada es tan malo que no pueda empeorar”): "Si su hora no ha llegado, ni siquiera el médico podrá matarlo".