— A falta de pan, circo

La actual, qué duda cabe, es una generación de tapatíos particularmente afortunada. Muchos de ellos ya tienen cosas nunca antes vistas para platicarles a sus nietos: el día que nevó en Guadalajara; el día que por las calles del Centro de la ciudad —de ordinario congestionadas, cuando no colapsadas— corrió un automóvil de Fórmula 1; etc.

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El evento más reciente —como la presentación de las marionetas gigantes, durante tres días, so pretexto de los festejos por el Bicentenario de la Independencia— inclinó, a la postre, la balanza a favor de ese tipo de promociones: que se fastidien quienes ven en todo vasos medio vacíos; que lo disfruten quienes saben reconocer los vasos medio llenos. Total, es probable que éstos sean mayoría. Además, tenía razón Cesare Pavese: “Ya que es tan difícil ser felices, tratemos, al menos, de estar contentos”.

Feliz, radiante, en pleno baño de pueblo, un poco como los emperadores en el Coliseo romano, algún pequeño aprendiz de Nerón o de Calígula que anda suelto por ahí, se montó, presuroso, en la euforia de la chusma: “¿Quieren Gran Premio Automovilístico para Guadalajara?... Con las debidas licencias de Pito Pérez: ¡Jijo el que se raje...!”.

Hacia allá, por lo tanto, es posible que se orienten los afanes de la administración gubernamental, en lo que falta para que el que hace cabeza —valga la metáfora— en ella, pida licencia a su cargo y apueste sus canicas a favor de “La Grande”: a mover resortes para ablandar voluntades y sumar simpatías, y a invertir dinero público —al fin que para eso sobra— al efecto de hacer las obras públicas y adecuaciones viales necesarias, con tal de que tome forma el sueño de que Guadalajara, en cuanto cumpla con la tarea de los Juegos Panamericanos, sea sede de un circuito callejero —“como el de Mónaco”— de automovilismo... (Es más: puede que hasta se bacheen las calles).

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Incapaz, hasta ahora, de asegurar a mediano plazo el abasto de agua a los habitantes de la zona metropolitana, de dotarlos de un transporte público eficiente, de proporcionar más y mejor seguridad a los ciudadanos, de dar acceso a la educación a más aspirantes y empleo a más egresados de la universidad pública (ahora mismo se prepara un censo de “franeleros” en Guadalajara; cuando se difundan las cifras, probablemente se proclamará que “Así —permitiendo que los vivales cobren por usar los espacios públicos— se promueve el empleo en Jalisco”), la actual administración ha compensado su incompetencia manifiesta para abatir los añejos rezagos sociales, con su declarada vocación para el circo... (aunque —eso sí— en versión dizque “primermundista”).