Luis Manuel Aguilar, mejor conocido como “El Mosco”, es una figura esencial en la escena teatral de Guadalajara y un referente en el ámbito de la escenografía y dirección en México. Con más de treinta años dedicados a las artes escénicas, ha dirigido más de 15 puestas en escena, incluyendo “Viaje de tres”, “Puercoespín” y “Tristán e Isolda”. Además, ha diseñado escenografías para importantes producciones como la ópera “Madama Butterfly”, y ha visto sus obras enmarcar escenarios tan prestigiosos como el Instituto Nacional de Bellas Artes. A lo largo de su carrera, ha inaugurado sus propios foros y talleres, como “Centro Centro”, un espacio creativo que refleja su visión del teatro y la escenografía.Nacido en Guadalajara en 1969, Aguilar encontró su vocación a una edad temprana, influenciado por su padre, un maestro de primaria que, a pesar de su agotadora jornada laboral, estimulaba la creatividad de sus hijos. Inicialmente, Aguilar pensó en convertirse en pintor, inspirado por su pasión por el color y las formas. Sin embargo, un encuentro fortuito en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, donde fue cautivado por una clase de pantomima, lo encaminó hacia el teatro.La transición de Aguilar hacia el teatro fue un proceso natural pero transformador. A los trece años, tras asistir a una clase de teatro como parte de un taller popular en la Universidad de Guadalajara, supo que había encontrado su verdadera vocación. “El Mosco” recuerda cómo ese taller se convirtió en una necesidad vital para él, una segunda familia donde podía expresarse libremente, explorar sus emociones y desarrollar su talento artístico.“Me di cuenta de que el teatro es más que una simple actividad artística; es una forma de vida que enseña valores como el respeto, la empatía y la colaboración. Enfrentarme a mí mismo a través de los ejercicios teatrales me ayudó a crecer como persona y a encontrar mi camino en el mundo”, comparte Aguilar con EL INFORMADOR.A lo largo de su carrera, Luis Manuel Aguilar ha recibido numerosos reconocimientos por su trabajo como director, escenógrafo e iluminador. En 2009, su trayectoria fue reconocida por la Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco, un honor que consolidó su posición como uno de los pilares del teatro en la región. Además, ha sido becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Jalisco, y ha desempeñado roles como tutor en programas de formación artística.Aguilar destaca que su formación en diseño industrial ha sido fundamental para su trabajo en el teatro, permitiéndole abordar los proyectos escénicos con una comprensión más profunda de las estructuras y los procesos de diseño. “Estudié diseño industrial para complementar mi ser escénico, no para ejercer otra profesión. El diseño me ha permitido entender mejor las dinámicas del espacio y cómo éste interactúa con los actores y la audiencia”, explica.Uno de los aspectos que distingue a Luis Manuel Aguilar es su enfoque integral hacia el teatro, donde combina sus habilidades como director, escenógrafo y vestuarista para crear producciones coherentes y estéticamente impactantes. Aguilar es conocido por su enfoque colaborativo, en el que trabaja estrechamente con su equipo desde el inicio de cada proyecto, asegurándose de que todos los elementos escénicos estén en armonía.Uno de los proyectos que Aguilar recuerda con especial cariño es “Tristán e Isolda”, una puesta en escena experimental realizada en una bodega del Teatro Experimental de Guadalajara. En esta obra, Aguilar decidió utilizar una plancha de lodo como parte del escenario, lo que representó un reto tanto para él como para los actores. “Fue un experimento donde cada ensayo requería preparar esa cama de lodo, lo que involucraba un gran esfuerzo físico y emocional. Este tipo de desafíos me han permitido explorar nuevas formas de expresión teatral y confirmar la importancia de la colaboración entre el director, el escenógrafo y los actores”, comenta.Otra de las obras que también significó un punto importante en su carrera fue “Calígula”, la cual dirigió en 2011.A lo largo de su trayectoria, Aguilar ha contado con el incondicional apoyo de su familia, especialmente de su madre, quien confeccionaba sus vestuarios en sus primeros años como actor. Este apoyo fue crucial para que Aguilar pudiera seguir sus sueños sin presiones ni restricciones, lo que le permitió desarrollarse plenamente en el ámbito artístico. “Nunca tuve presión por parte de mis padres o hermanos sobre mi decisión de ser artista. Fui muy afortunado en ese sentido, ya que el entorno familiar es un factor clave para que una persona pueda seguir sus propios anhelos”, reflexiona.Luis Manuel Aguilar no sólo ha destacado por su talento y dedicación, sino también por su capacidad para inspirar a las nuevas generaciones de artistas. Su enfoque humanista y colaborativo ha creado un ambiente de trabajo respetuoso y enriquecedor, donde los actores y el equipo creativo pueden florecer y dar lo mejor de sí mismos.“Para mí, ser director es también ser un maestro de teatro. No concibo otra manera. Mis ensayos se convierten en reflexiones sobre el por qué y para qué hacemos teatro, y siempre busco crear un ambiente de aprecio y cariño, donde la actoralidad sea una erupción. El teatro es un arte colectivo que trasciende la construcción de personajes; es una experiencia que nos conecta con lo más profundo de nuestra humanidad”, concluye Aguilar.Con más de tres décadas de experiencia, Aguilar ha sido testigo de la evolución del teatro y las artes escénicas en México. Al reflexionar sobre los cambios en el teatro contemporáneo, Aguilar destaca la influencia de la postmodernidad y la tecnología en las nuevas generaciones de actores y directores. Aunque reconoce la importancia de adaptarse a los tiempos, Aguilar es crítico con algunas tendencias actuales que, en su opinión, descuidan aspectos fundamentales del teatro.“El teatro siempre ha estado en constante evolución, adaptándose a las nuevas realidades sociales y tecnológicas. Sin embargo, en el contexto actual, veo una tendencia a subestimar la importancia del ensayo y la preparación. Las nuevas generaciones a veces prefieren esperar hasta la función para ‘improvisar’, lo que puede resultar en una falta de rigor poético en la escena. El teatro es un arte colectivo que requiere disciplina y compromiso, y aunque el postdrama aporta nuevas formas de expresión, no podemos olvidar los fundamentos que hacen del teatro una experiencia única y transformadora”, subraya Aguilar.Luis Manuel Aguilar sigue activo en el teatro, siempre buscando nuevos desafíos y oportunidades para explorar su creatividad. Actualmente, trabaja en la adaptación de “Los Reyes”, un poema dramatizado de Julio Cortázar que reinterpretará el mito del Minotauro. Aguilar ve en esta obra una oportunidad para explorar la figura del artista como un “loco brillante” confinado por las normas de la sociedad, un tema que resuena profundamente con su propia visión del teatro y la creación artística.Además de este proyecto, Aguilar está preparando una gira con la ópera “La Bella Durmiente en el Bosque”, una producción realizada con títeres que se presentará en diversas ciudades de México a finales de este año. También tiene en mente un nuevo proyecto para 2025, una obra titulada “El Chico de la Última Fila”, en la que participará junto a un exalumno.