La emblemática Plaza Garibaldi, en la Ciudad de México, conocida mundialmente por los grupos de mariachi que ofrecen su música, ha dejado de sonar ante las medidas para evitar contagios de coronavirus.Este viernes la plaza se encontraba prácticamente vacía de transeúntes, con todos los establecimientos cerrados y un cielo oscuro que amenazaba con llover. Aún así, algunos grupos de mariachi pasaban el tiempo allí, esperando a que por lo menos algún cliente les pidiera una canción."Jamás había visto la plaza así, se ve hasta tétrico. Está muy difícil porque nosotros tocamos en salones, fiestas, bares y nos cancelaron todo", explicó una música de mariachi, Clara Ramírez, quien lleva 15 años acudiendo cada día a Garibaldi a trabajar.Clara fue una de las pocas que accedió a hablar, y entre todos los músicos se podía observar un claro desasosiego y miedo ante la situación que viven. Algunos incluso pedían dinero para hablar con la prensa.La mayoría de ellos viven al día y con los locales cerrados y la gente en sus casas, no tienen apenas ingresos."Nuestro trabajo no es un servicio indispensable, es un lujo para alguien que se quiere dar el gusto o quiere dar un detalle, estamos más presionados en ese sentido", añadió Clara.Y es que la música de mariachi siempre está en todos los eventos importantes para la familia: bodas, cumpleaños, declaraciones de amor o cualquier tipo de festejo.Y Clara, como muchos otros, seguirá acudiendo cada día a Garibaldi, la cuna del mariachi, icónica por su colorido y su alegría, a intentar seguir ganándose el pan.Lo mismo hará Crecencio de la Cruz, un músico que trabaja en la plaza desde hace 35 años."Es una tristeza, es triste ver por qué tanto miedo. El miedo nos lo mete la televisión... y las autoridades deberían apoyarnos. Nosotros tenemos que salir a trabajar, a hacer algo por nuestra familia. Que nos den algo para que podamos no salir", opinó el músico, sentado en un banco, pasando el tiempo jugando con sus compañeros a las cartas.Según él, a este ritmo los músicos de mariachi no van a morir por el coronavirus, sino "de pena", aunque añadió que el mexicano siempre consigue salir adelante.Las pocas personas que estaban en la plaza -tanto mariachis como transeúntes- hablaban del coronavirus, sobre la incertidumbre, los peligros, el modo de contagio o la posibilidad de que todo sea una mentira.Pero la realidad es que, según los últimos datos, hay mil 688 personas contagiadas en México y 60 fallecieron a causa del COVID-19 y, aunque el ritmo de crecimiento es menor que en otros países, el Gobierno mexicano ya ha tomado medidas.Los establecimientos no relacionados con actividades esenciales deben cerrar y pidieron en los últimos días que toda la población que pueda se quede en sus casas.Por esto, según explicaron ambos músicos, los mariachis de Garibaldi se encuentran en negociaciones con las autoridades para solicitar que les autoricen un préstamo y así poder cumplir con los pagos ineludibles como las facturas o los pagos a bancos y poder alimentar a sus familias.Garibaldi, pensada por todos como un lugar de alegría, fiesta, diversión y amor por la cultura mexicana desde hace más de medio siglo, corre peligro, como muchos otros sectores, ante una pandemia mundial que, sin duda, cambiará múltiples paradigmas.JM