Zapopanos disfrutan desfile lleno de habilidades

ZAPOPAN, JALISCO (20/NOV/2012).- Quién sabe qué estarán pensando. Se ven con coraje. Levantan la guardia y muestran los dientes. Apenas se animan a pegarle al contrario. La gente los ve, pero no animan a ninguno de los dos; en primera porque nadie los conoce y en segunda porque no tienen más de siete años y no pretenden lastimarse. Están ahí para entretener; están ahí para formar parte del desfile con motivo del aniversario de la Revolución Mexicana.

Aunque Protección Civil calculaba en un principio que unas cinco mil 300 personas estaban observando el espectáculo, el Ayuntamiento de Zapopan dio por hecha la cifra de cuatro mil 500.

La avenida Hidalgo, sobre la que está el Palacio Municipal, sirvió de todo. Por un momento fue una gran plataforma donde las gimnastas hacían una pirámide; luego fue un área de desastre en la que los paramédicos presumieron su adiestramiento en la materia; después se convirtió en un domo gigante en el que los karatecas destazaban al aire con golpes firmes; también se transformó en una zona de robo en la que las diferentes corporaciones policiacas del municipio pudieron el ejemplo de cómo se detienen a los maleantes, aunque sea en un ejercicio ficticio.

Aunque los elementos de seguridad se esforzaron por gritar, doblegar a los falsos maleantes, deslizarse con cuerdas por el aire y hasta hacer una persecución a caballo, los más aplaudidos del mediodía fueron los perros adiestrados para tal fin, quienes no tuvieron empacho en demostrar cómo se muerde el brazo de una persona -aunque estuviera acojinado- para evitar un crimen.

El alcalde Héctor Robles, su esposa y los regidores del municipio observaron desde el balcón principal del Palacio el desfile, que duró aproximadamente una hora y media.

Y para que no digan que a la ciudad le falta ritmo, incluso un grupo de señoras recorrió la avenida bailando salsa, como parte de las actividades que ofrece el municipio para mantenerse ocupado y en forma.

La avenida, dicho sea de paso, también se convirtió en una escuela gigante. Grupos provenientes de diversas instituciones educativas marcharon y mostraron sus habilidades a la hora de dar maromas o de conducir un balón burlando a oponentes invisibles.

Quién sabe qué estarían pensando, pero los ciudadanos se mantuvieron atentos y de pie, observando y festejando a los marchantes. Probablemente el próximo año volverán a hacerlo, al igual que el anterior, pero qué mas da: después de un fin de semana largo, un martes con desfile quizá sirvió para pretender aferrarse al puente.

EL INFORMADOR / ROBERTO MEDINA