Ya hay empanadas en el Centro Histórico

GUADALAJARA, JALISCO (27/MAR/2013).- Al terminar la noche la garganta no soporta un grito más. La jornada comienza a las 08:00 horas -o seguramente antes para preparar las primera tanda de empanadas-  y termina a las 22:00 horas, "aquí hay gente desde antes de las ocho, hoy yo llegué tarde. Y comenzamos a recoger poco a poco luego de las diez cuando la gente comienza a irse", dice una señora de la tercera edad sentada cómodamente en una silla de plástico, como si el pasar de automóviles a sus espaldas no le volara el cabello teñido.
 
Cada año, la temporada de semana santa trae consigo época de descanso, recogimiento y algunas veces  largas tardes de películas religiosas. Pero para la señora María Lucía Navarro es tiempo de acomodar mesas, sacar enormes bandejas y colocar unas cincuenta empanadas de cajeta, leche, mermelada y alguna otra mezcla dulce; porque las saladas, de atún, se acomodan en otro lugar y cuestan más.
 
En los 17 puestos que se ubican al costado norte de la Catedral Metropolitana, sobre Calle Hidalgo, en pleno Centro de Guadalajara, se venden al por mayor panes desde $7.00 hasta las de atún que salen en $13.00 pesos.
 
La afluencia de creyentes en la Catedral es óptima para los puestos que son atendidos por dos o tres personas, los turistas o tapatíos asisten dentro y fuera de horas de misa, ya sea a rezar o pedir por un buen viaje. Ninguno está solo, en todos hay por lo menos un fisgón que pregunta, prueba y no compra.
 
Los puestos regulados por el Ayuntamiento de Guadalajara son revisados constantemente, hay agentes en cada esquina supervisando la buena venta. Quien no tenga el permiso renovado, se va. Cabe señalar que para colocarse uno tiene que pagar $300 pesos.
 
Encima del puesto de Doña Luisa hay un improvisado anuncio que hace juego con el rosa de su mandil, "las mejores desde 1936". Usted eche cuentas. Ella y su esposo comenzaron con el negocio, su esposo murió y "con fe y la gracia de Dios" -como dice- salió adelante junto con sus 13 hijos; ahora la familia creció y el negocio familiar prospera
 
Año con año es la misma cantaleta: levantarse a las cinco de la madrugada, acomodar, transportar, descargar y gritar "pásele tenemos empanadas de leche, fresa, atún".
 
Doña Luisa dice que prefiere quedarse, "son días de guardar, de estar con Dios. Si usted es muy grosero mejor guárdese y nomás vaya a misa".
 
En la calle se ven jóvenes espantando las moscas, niños en carreolas, una familia de cuatro (niños, padre y madre) en plena hora de comida -o desayuno- con una docena de tacos. Todos aprovechan el ir y venir de católicos que visitan el sitio, al final la madrugada y la desvelada valdrá la pena en los tres días de ventas.
 
"La necesidad y la tradición católica es lo que nos hace venir, enseñar a los niños -sus nietos- el negocio" ella prefiere vender en lugar de salir de la ciudad, "ni un año he faltado, mi lugar era ahí enfrente, ahora está la hija de "La güera", allá estaba "Chuy" y aquí enfrentito una hija de Carmen", desde los 16 años Doña Luisa está en el negocio.
 
-¿Cuántas empanadas vende?
 
-Ahorita me trajeron otras 500. Pero con la gracia de Dios y la buena fe, unas ocho mil.

-¿En los tres días?
 
-No, diarios.
 
EL INFORMADOR / ALEJANDRO OROZCO