Martes, 26 de Noviembre 2024
Jalisco | Pergeño por Víctor Wario Romo

¿Y si fallan los dados?

El gobernador Enrique Peña Nieto tiene ya en la legislación estatal una normatividad electoral a su medida

Por: EL INFORMADOR

Algunos socarrones que siguen la vida política del país ya lo bautizaron como “el gober miedoso”. Dicen que es tal la ventaja que lleva sobre los que aparecen en el horizonte como sus posibles o actuales contrincantes, que hace y hará lo imposible para blindar su candidatura presidencial y erigirse como el priista que volvió a sacar a los panistas de Los Pinos cuando se celebren las elecciones de 2012.

Dominado, abyecto, incondicional a sus designios, el Congreso del Estado de México le acaba de hacer un obsequio en el marco de los festejos del Bicentenario de la Independencia de nuestro país. El gobernador Enrique Peña Nieto tiene ya en la legislación estatal una normatividad electoral a su medida, que pone candados infranqueables que hacen prácticamente imposible que las fuerzas opositoras, el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se unan para postular en conjunto candidatos exitosos que puedan repetir los triunfos de coalición como los logrados por Mario López Valdez en Sinaloa, Gabino Cué en Oaxaca y Javier Moreno Valle en Puebla, quienes echaron al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de los respectivos palacios de Gobierno.

El mandatario mexiquense, que ha dispuesto de dinero público a manos llenas para pagar costosísimas campañas de promoción de su imagen, ha forjado una candidatura presidencial que difícilmente podrá contrastar algún priista a estas alturas, y que no parece tener sombra tampoco en los territorios opositores.

Claro que las aspiraciones de Peña Nieto todavía pueden descarrilarse. Por muy aventajado que vaya, no tiene ni la candidatura ni la elección presidencial en la bolsa. El antecedente de su tío y antecesor, Arturo Montiel, ocurrido apenas hace cinco años, muestra que ni toda la magia de la televisión comercial (que refulge a golpe de chequera), ni la incondicionalidad que a veces muestran los correligionarios, son pilares indestructibles cuando está de por medio la lucha por el poder.

Montiel escribió una historia en la que se conjugaron el glamour, los reflectores, las intrigas palaciegas, las pugnas entre grupos priistas, el control del partido y las traiciones. Nadie puede asegurar que todo eso podría reeditarse de aquí a finales de 2011 en territorio mexiquense, teniendo a Peña Nieto como protagonista y víctima. Y por esa ruta pasa la elección estatal a la que tanto pavor le tiene el acicalado gobernador, que se ha convertido en modelo y mecenas de una legión de jóvenes priistas que quieren quedarse con el partido y el gobierno en sus diferentes espacios. Díganlo si no algunos de nuestros flamantes integrantes de la clase política priista jalisciense.

El embrujo de Peña Nieto, tan grande como su miedo a perder la elección de su sucesor y luego la candidatura presidencial del PRI, no alcanza solamente a sus correligionarios, sino que provoca comezones entre sus adversarios. El ex presidente Vicente Fox, estandarte de la lucha panista que simbolizó el episodio con el que su partido “sacó al PRI de Los Pinos”, ahora entra al terreno de los augurios (más propio de él que la ciencia política o la visión de estadista) y dice que “según los dados y los datos”, el tricolor regresará a la residencia presidencial en 2012. Peña Nieto está de fiesta.

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