Voces de la radio jalisciense

El pasado 26 de mayo falleció el locutor Rafael Ochoa Pacheco. Con 63 años al frente de los micrófonos, fue una reconocida institución de la radio mexicana. Quienes gustamos de la música romántica de antaño lo escuchábamos en Fórmula Melódica, del grupo Unidifusión. Uno de los programas que encabezó fue “De siete a ocho con Ochoa”.

Miles de personalidades del micrófono radiofónico han acompañado a generaciones de jaliscienses. A través de la magia de la tecnología y de su propia voz, entraron o entran a cualquier rincón de la Entidad.

La lista de locutores, cronistas y comentaristas que son parte de esa historia es larga. Imposible mencionarlos aquí a todos. Aunque incompleta, la relación incluiría a David González Vidaurri, Francisco Esparza y Zúñiga, Agustín Romo de Vivar, Armando Cervantes Espino, Francisco Santana Vidrio, Manuel López Agredano, Tomás Rubio Gutiérrez, José Luis Ortiz, Guillermo Lares, Carlos Brambila, Nacho González o, décadas atrás, Susano Santos Flores y Juan Alfonso Chavira, entre muchos otros.

Numerosos periodistas han pasado o están en la radio. Menciono a Eduardo Chimely con su noticiario policiaco, o a Jaime García Elías, que con Gricelda Torres nos informa por las mañanas. También en las radios universitaria y estatal se han sumado voces y talentos, como Yolanda Zamora, por ejemplo.

La industria de la radio en Jalisco es joven, aun cuando rebasa las ocho décadas. Empieza el siglo pasado a mediados de los años veinte con la FAM, en el edificio del ex Seminario Mayor, y continúa cuando los hermanos Palos Sauza instalan la XEA en los altos del Teatro Degollado.

Con un Estado en el que 90% de las casas tienen radio, 70% de su población la escucha diario y le dedica más de tres horas por día en promedio, como indica la Encuesta Estatal sobre Medios y Audiencias en Jalisco 2006, de la Universidad de Guadalajara, es notable y notoria la presencia de este medio.

La historia radiofónica se puede abordar desde diversos ángulos, como su desarrollo tecnológico, su paso a manos de empresas foráneas, los contenidos de su programación, sus vínculos con las estaciones de la Ciudad de México, sus relaciones con el poder político, el crecimiento de sus noticiarios, etcétera.

Infinidad de datos habrá que rescatar en la tarea de contar esa historia. Por eso, faltan más investigaciones profesionales, como las realizadas por Cristina Romo y Francisco Aceves. Eso sí, varios capítulos o libros habría que dedicarles a quienes a través de su voz dan vida a la tecnología: a comentaristas, locutores y cronistas.