Viviendas en Arroyo Seco, al filo de aguas residuales

TLAJOMULCO DE ZÚÑIGA, JALISCO (17/JUN/2013).- En Arroyo Seco no falta la humedad. Desde hace un par de años que no deja haber flujo en ese cauce de Tlajomulco de Zúñiga, en cuya orilla se asentaron decenas de familias. Antes sólo corría líquido en el temporal, ahora sucede en cualquier día del año porque el arroyo lo que lleva son aguas residuales de colonias aledañas.

De no ser porque las lluvias que han caído removieron las aguas del Arroyo Seco, si José Asunción García quisiera salir de su casa, se encontraría con que al filo de la puerta corre agua verde, olorosa por los residuos que guarda. De hecho, a él le tocó ver desechos sólidos vagar en la corriente.

La casa de José no tiene banqueta, como es el común de ese callejón entre el agua.  La única salida es hacia el Camino Real a Colima, y esa vía implica ir entre el líquido, no hay otra opción. Hay veredas improvisadas con piedras, costales y basura, pero no duran con los temporales. Los habitantes saben que hay que moverse en sandalias o botas de plástico.

Las familias están acostumbradas a que cada año, antes de las lluvias, asisten elementos de Protección Civil a levantar un censo y advertirles que viven en zona de riesgo. Y mientras que desde 2010 el Ayuntamiento ha intentado desalojar el área, entre las casas colindantes al arroyo ya hasta se instaló una iglesia protestante. "Sí vienen vecinos de por aquí a la iglesia. El interés tiene pies", expresa María Engracia Ramírez.

Los días de tormentas son de no ir a trabajar, de no ir a la escuela y de no ir al mandado, de abandonar cualquier actividad que implique calle, porque el arroyo alcanza su máxima altura, 50 centímetros aproximadamente, e impide el paso con una corriente que revuelve agua de lluvia y aguas negras, las cuales, no queda claro de dónde comenzaron a llegar, hace dos años, comentan vecinos.

"Ellos tienen que entubar, no somos animales para que nos avienten toda el agua mugrosa", expresa José Viruete, vecino del lugar. Las autoridades van y revisan, pero para evitar que corra agua de drenaje en el arroyo, poco hacen, coinciden habitantes. Cuando asisten las autoridades es para advertirles los riesgos que hay de vivir ahí y negociar el desalojo, pero no los vecinos no se convencen. Unas 20 familias ya fueron reubicadas -con préstamos de vivienda y créditos financieros- al fraccionamiento Las Chivas, en los límites de Tlajomulco y El Salto, y algunas de ellas se regresaron: se quejan de que la zona es insegura, que hay incluso más contaminación, y que no hay fuentes de trabajo.

"No, ni aunque me hubieran pagado. ¿A qué me voy? A morirme allá?", resuelve José Viruete, respecto de ser reubicado, antes de subirse a su bicicleta para ir a las tortillas. A él, como al resto de los habitantes, le vendieron el terreno hace 15 años por una cantidad que rondaba los mil pesos, les prometieron escrituras y posteriormente resultó que no había dueño de la zona, por ser tierras correspondientes al Arroyo Seco. De la persona que hizo el negocio ya no se supo después.

EL INFORMADOR / ALEJANDRA PEDROZA