Una espera es más valiosa que dos litros de leche

GUADALAJARA, JALISCO (08/MAR/2013).- Son las 8:10 de la mañana y don Enrique Castro Quezada acude con una pequeña cubeta azul a comprar una dotación de cuatro litros de leche para los cinco integrantes de su familia.

A sus 73 años, es una de las mil 601 personas beneficiadas en la colonia del Fresno de Guadalajara por el programa de Abasto Social de Leche, a cargo de Liconsa, S.A. de C.V.

El expendio abre sus puertas a las 8:00 horas, pero don Enrique aguarda en una silla a unos cuantos pasos de la entrada de la lechería. Mientras, observa que cada vecino de la zona sale con dos bolsas de leche; no se anima a entrar al establecimiento.

Y es que sólo de miércoles a sábado, a partir de las 8:30 horas, puede recoger la lactosa a un precio "justo y económico".

Explica que llega "tempranito" para evitar exceder el horario, pues indica que tiene "de ocho y media a nueve de la mañana para pasar por dos bolsas de leche" que le corresponden al día. Y aunque el servicio es bueno y rápido, menciona: "Nunca me ha tocado que se termine la leche. Casi siempre soy el primero en llegar, porque no quiero sorpresas y que luego me digan: 'no alcanzó', señor".

Ya quedan menos de cinco minutos para que sean las 8:30 horas, y Castro Quezada se prepara para entrar al expendio de Linconsa. Del bolsillo del pantalón saca una tarjeta lo acredita como beneficiario del programa; además, un billete de 20 pesos, con el pagará 18 pesos por cuatro litros de lactosa.

Dice que economizar es la idea de la familia, porque "en otros lados la leche me sale carísima, y con este ahorro significativo complementamos los alimentos diarios".

Poco a poco se congregaron alrededor de ocho gentes al exterior de la lechería. La mayoría de la tercera edad, y el resto, amas de casa; don Enrique, sigue a la espera en primera fila.

Llegó la media. Es el primero en pararse de la silla, y de los pocos que alcanzaron un asiento. Prepara su cubeta, y después de 20 minutos de espera, se retira feliz. Fue un día más donde la espera valió la pena; ya mañana será otra historia.

EL INFORMADOR / ROBERTO ALARCÓN