Sábado, 23 de Noviembre 2024
Jalisco | 22 de abril, 20 años después

Una conexión, un ''agujerito'', la gasolina y una tragedia

El Archivo Histórico de Pemex guarda la verdad sobre las explosiones del Sector Reforma, la enorme cantidad de combustible en el subsuelo y la ineficacia para desalojar a los vecinos

Por: EL INFORMADOR

Perdieron la vida 210 personas, según la cuenta oficial, pero hubo más de mil 460 lesionados y mil 154 inmuebles dañados. ARCHIVO  /

Perdieron la vida 210 personas, según la cuenta oficial, pero hubo más de mil 460 lesionados y mil 154 inmuebles dañados. ARCHIVO /

GUADALAJARA, JALISCO (22/ABR/2012).- En el Archivo Histórico de Petróleos Mexicanos (Pemex) se guarda la versión oficial de la paraestatal sobre lo que ocurrió el 22 de abril de 1992. Es la que ofrece cuando se le pregunta directamente, a través de los mecanismos de transparencia, qué fue exactamente lo que llevó a la tragedia de Guadalajara.

La versión de Pemex se construye con las investigaciones e informes que elaboró y presentó la Procuraduría General de la República (PGR) en la averiguación previa 1170/92 y en los análisis de los especialistas del Colegio Nacional de Ingenieros Químicos y de Químicos AC. Todo ello integra el expediente PMEX 00098001031002000000011992.

El poliducto Salamanca-Guadalajara que transportaba gasolina Nova sufrió una perforación originada porque encima de él se colocó, fuera de norma, una tubería de agua potable, durante el desarrollo del fraccionamiento Álamo-Industrial, en la década de los setenta. El contacto entre ambos tubos llevó a su corrosión mutua.

No se pudo determinar con precisión en cuánto tiempo un orificio, en su etapa inicial de un milímetro de diámetro, llegó a los ocho milímetros finales (“No es posible estimar el tiempo necesario para producir la pérdida de material en ambos tubos”, dice un documento del Ministerio Público federal que presenta Pemex, titulado “Resultados Conclusivos”). Lo que sí se sabe es que ese orificio de un milímetro de diámetro estuvo derramando 8.2 barriles de gasolina cada día, lo que equivale a mil 303 litros del combustible.

Y se sabe que, cuando llegó a ocho milímetros, eran mil 514 barriles de gasolina los que quedaban libres, cada día, para empapar el subsuelo de la Perla Tapatía: 240 mil 726 litros cada 24 horas, porque un barril son 159 litros.

Ni uno ni otro, de cualquier forma, eran detectables con la tecnología de entonces: “(...) la fuga que permite un orificio de ocho milímetros no tendría, tampoco, en un manómetro, una manifestación de caída de presión en las condiciones de bombeo mencionadas”, según el mismo documento.

Acerca de este derrame continuo de gasolina encontrado en el poliducto luego de las explosiones, la Dirección Jurídica de Pemex informaría: “En relación a la fuga detectada el 23 de abril pasado, ésta se estima en un orden de 228 mil 324 litros de gasolina, de los cuales a la fecha se han recuperado 137 mil 376 litros”.

De los 90 mil 448 litros de gasolina no recuperados al día siguiente del estallido, se carecía de un informe para precisar cuánto se había impregnado en el subsuelo, cuánto se había infiltrado en los mantos freáticos, cuánto se perdió por evaporación y cuánto se había introducido al colector. De cualquier forma, el volumen de Nova perdido que sí fue detectado por la paraestatal era menor, incluso, al derrame que en un solo día originaba aquel orificio cuando alcanzó los ocho milímetros (más de 240 mil litros diarios).

La gasolina que se escapaba, por gravedad, llegó al Colector Intermedio Oriente, localizado por debajo de la tubería de agua y el poliducto corroídos. En el primero había separaciones hasta de 10 centímetros por el mal estado de las juntas, además de agrietamientos y fisuras por donde penetró el combustible.

La sustancia viajó por el Colector Intermedio Oriente, pero no sin interrupción, sino hasta la altura de la Calzada Independencia, donde había sido obstruido con un sello hidráulico para desviar sus aguas al Colector San Juan de Dios, mientras se le construía un sifón con el que evitaría la Línea 2 del Tren Ligero.

La interconexión entre el Colector Intermedio Oriente y el de San Juan de Dios, por un tubo con un diámetro de 1.52 metros, no permitió el flujo de la gasolina que venía por el primero; provocó una “acumulación” del combustible y de los gases que desprendía con el calor de abril.

Esos gases atrapados fueron los que olieron los vecinos desde el 21 de abril. El corte al caudal del Colector Intermedio Oriente también debió haber permitido la acumulación de “pequeñas aportaciones de hidrocarburos” distintos a la gasolina —heptano y hexano entre ellos—, provenientes de plantas industriales, gasolineras y talleres cercanos.

La inyección de agua al colector por parte de las autoridades (SIAPA y bomberos) como prevención sólo desplazó las mezclas explosivas aguas arriba, de donde provenían originalmente. Además, alzar tapas de alcantarillas “no sólo fue inútil, sino que resultó contraproducente, al obtener posteriormente, del contacto atmosférico, el oxígeno necesario para ubicarse entre los límites inferior y superior de explosividad para mezclas hidrocarburo-aire”.

No se sabe tampoco qué originó la ignición de los gases: pudo ser una chispa, un cortocircuito, la misma superficie caliente, el escape de un vehículo…

Perdieron la vida 210 personas, según la cuenta oficial, pero hubo más de mil 460 lesionados y mil 154 inmuebles dañados sobre una superficie de 67 mil 054.21 metros cuadrados. Los peritos estimaron que, bajo esas condiciones ambientales y las características del colector, el volumen de hidrocarburos que debió causar la explosión osciló entre ocho mil y 13 mil litros en el límite inferior, hasta los 58 mil o 117 mil litros en el rango superior.

DIAGNÓSTICO
Riesgos futuros


En el documento del Programa de Manejo de Integral de Aguas Pluviales, el SIAPA fue advertido del riesgo que representan 13 sifones de la ciudad: pueden causar el mismo efecto que tuvo aquella interconexión entre el Colector Intermedio Oriente y el Colector San Juan de Dios que impidió el libre flujo de hidrocarburos y gases.

PRESUNTOS RESPONSABLES
Las acusaciones formuladas en su momento por la PGR


Las siguientes personas fueron consignadas por la PGR por su presunta responsabilidad en los delitos de homicidio imprudencial, lesiones, daño en propiedad ajena, ataques a las vías de comunicación, violaciones a la Ley de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente y ejercicio indebido de autoridad. En el proceso judicial, todas fueron declaradas inocentes.

Enrique Dau Flores,
ex presidente municipal de Guadalajara

Consignado por presunta responsabilidad por omisión en el ejercicio de sus funciones, pues fue informado de la gravedad de la situación por el entonces jefe de la Policía, Servando Sepúlveda, quien, hasta hace unas semanas, fue el jefe de la Policía del actual Gobierno tapatío.

Aristeo Mejía Durán,
secretario de Desarrollo Urbano y Rural


Consignado por presunta responsabilidad por omisión en el ejercicio de sus funciones, fue avisado de la peligrosidad por quien era director del SIAPA, Gualberto Limón García (“Ha quedado establecido que se pudo haber evitado la pérdida de vidas si estos funcionarios hubieran actuado en cumplimiento de su deber con el propósito de retirar a la población de las zonas de mayor riesgo”, estableció la PGR en su momento).

Los siguientes ex funcionarios fueron consignados como presuntos responsables de conductas imprudentes, negligentes u omisas por la PGR, quien les hizo los siguientes cargos que se precisan, aunque finalmente ninguno sería declarado culpable en el proceso judicial.

Juan Antonio Delgado Escareño,
ex superintendente de Pemex


Tuvo conocimiento a las 15:40 horas del 21 de abril de que en el área de Analco se percibían olores de hidrocarburo; informó de la fuga al superintendente operativo, Javier Barajas Rangel, pero no tomó las medidas necesarias en su calidad de principal encargado de las plantas de Pemex en Guadalajara.

José Adán Avalos Solórzano,
ex jefe de Operación de Pemex


Tuvo conocimiento del peligro de inminente explosión, pero no hizo nada para evitarlo, pues se retiró a su domicilio.

Ángel Bravo Rivadeneyra,
ex jefe del Área Comercial de Pemex


Era responsable de la seguridad de la planta de Pemex en Guadalajara. Tuvo conocimiento de que se había formado una concentración de sustancias explosivas, pero no exigió al personal de la planta un informe sobre la evolución de los hechos, como era su deber, sino que asumió una “actitud pasiva”.

Roberto Arrieta Maldonado,
ex jefe de Ductos de Pemex


Decidió retirarse a pesar de que había sido informado de que existían problemas.

José Luis Gutiérrez Gómez, ex gerente
de Operación y Mantenimiento de SIAPA

Tuvo conocimiento a las 13:30 horas del 21 de abril de la existencia de gases en la red de alcantarillado. Detectó la presencia de mezclas con un grado de explosividad de 100% y, aun cuando informó a otros funcionarios de la planta, no le avisó a ninguna autoridad competente sobre la posibilidad de una explosión.

Jorge Humberto Huízar Herrera, ex gerente
de Control de Calidad del Agua de SIAPA


Por la característica de su cargo debió enterar de sus observaciones a una autoridad competente.

Manuel Jiménez López, ex gerente
de Uso Eficiente de Agua del SIAPA

Estuvo enterado de la evolución del problema. Participó en las pruebas que se hicieron dentro de la empresa aceitera La Central, realizó diversas pruebas de explosividad en el sistema de alcantarillado, y no tomó ninguna acción preventiva.

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