Un viaje de 50 horas para llegar al punto donde la fe tuvo origen

GUADALAJARA, JALISCO (15/AGO/2013).- De la capital de El Salvador salieron nueve autobuses con destino a la Colonia La Hermosa Provincia, Guadalajara. Llegaron 50 horas después y fueron recibidos por sus “hermanos”, vecinos de la zona que se organizaron para hospedarlos con motivo de la Santa Cena, la celebración más grande de la Iglesia La Luz del Mundo.

“Pisar el suelo tapatío representa la antesala del cielo”, dijo Adonis Nieto, un ministro de culto en El Salvador, quien celebra su presencia en la capital de Jalisco. Él ha estado 20 veces en Guadalajara, todas, por fiestas religiosas, y expuso que visitar la ciudad para él significa “respirar gozo”.

Desde hace 30 años, José Luis Pratz llega a La Hermosa Provincia procedente España a participar en las festividades de La Luz del Mundo. Previo a su primera visita en 1984, ya escuchaba de los ríos de fieles que buscaban participar en la ceremonia, pero a él le quedan cortos esos relatos de lo que significa vivir la experiencia.

Son 60 ocasiones las que ha pisado tierras tapatías y todavía recuerda la primera vez acudió a la fiesta. No hay una palabra que para él alcance para describir la “impresión” de ver tantos de sus “hermanos”, reunidos por la misma causa espiritual.

En agosto de 1979 a Víctor Mascorro le cambiaron los planes. Tenía tres meses de abrir un restaurante en Estados Unidos y lo llamaron para dedicarse de lleno a la Iglesia. Se hizo ministro de culto y desde entonces no falta a la ceremonia en Guadalajara. “Me llamó el señor para otro negocio”.

Las 44 naciones

En Washington, Brian Whitney trabaja como técnico en computación, pero hizo una pausa a su rutina y a la de su familia para acudir a la Hermosa Provincia y pasar la Santa Cena. Su hija de 13 años, dijo, está entusiasmada: ansía la fecha de la visita a Guadalajara para reunirse con sus amigas de otras partes del mundo.

Entre las cascadas de personas vestidas de blanco que hacen los más de 300 mil asistentes hay fieles de 44 países diferentes. Se acomodan adentro y en calles aledañas al recinto ceremonial; niños, jóvenes y adultos son separados. Las mujeres también se agrupan aparte.

Todos participan en las oraciones conducidas por pastores, quienes llevan un mensaje específico para cada grupo. Cuando la hora de la Santa Cena llega se reparte pan y simulación de vino (jugo de uva) a la concurrencia. Todo preparado por los mismos miembros de la Iglesia, que tiene en Guadalajara su sede internacional.

LA VOZ DEL EXPERTO

Religión ‘vernácula’ e internacional

Fabián Acosta Rico (doctor en antropología de la UdeG)

A diferencia de los mormones, testigos de Jehová u otra agrupación religiosa de inspiración evangélica, la Iglesia de la Luz del Mundo, considerada por sus fieles como “la verdadera Iglesia”, tiene origen en la capital de Jalisco. El resto de las iglesias se caracterizan por realizar misiones, enviando a sus miembros a territorio mexicano para sumar adeptos e incrementar en cantidad.

En contraste, la Luz del Mundo ha crecido desde su nacimiento en Guadalajara (1926) y hoy tiene presencia en prácticamente todo el mundo, donde se han construido alrededor de tres mil 500 templos.

De acuerdo con el doctor en antropología Fabián Acosta Rico, de la Universidad de Guadalajara (UdeG), se puede considerar como una Iglesia, debido a que se cumple el requisito de ser un culto con impacto y divulgación “más allá de las fronteras de su lugar de nacimiento”. Esta expresión religiosa de cuna tapatía incluso tiene presencia en países como Israel.

En su momento, expuso el investigador, habitantes de Guanajuato y la propia Guadalajara resintieron que una manifestación de este tipo, asentada en una ciudad católica en su mayoría, creciera de esa manera. Pero la zona que eligió el líder máximo de la Luz del Mundo, Joaquín Aarón (enclavada en el sector Reforma), favoreció que ambas crecieran sin problemas entre sí.

“Parecería que la propia sociedad, a lo largo de la historia, ‘encapsuló’ este sector, de tal manera que la Santa Convocación y peregrinaciones como la llegada de la Virgen, parecería que pasan inadvertidos para ambas partes”.