Jueves, 17 de Octubre 2024
Jalisco | Crónica

Un patrimonio perdido en menos de una hora

Ante la imposibilidad de hacer que el nivel del agua disminuyera, salió a la calle para encontrar que sus vecinos tenían la misma preocupación

Por: EL INFORMADOR

De un momento a otro, el agua inundó el interior de las viviendas en la colonia San Carlos. A. GARCÍA  /

De un momento a otro, el agua inundó el interior de las viviendas en la colonia San Carlos. A. GARCÍA /

GUADALAJARA, JALISCO (18/SEP/2010).- Con un mes de casados, y apenas 15 días habitando en la residencia 493 de la calle Tuberosa, en la colonia San Carlos, la pareja conformada por Francisco Javier Nuño Nuño y María Amelia Pérez Velázquez, de 40 y 37 años, respectivamente, vieron con tristeza cómo los modestos muebles que adornaban su nuevo hogar rápidamente eran atacados por el agua de la tormenta que azotó a la Perla Tapatía la madrugada del viernes.

Ambos dormían plácidamente cuando su pequeña niña, Mayra, de ocho años, los despertó con violencia ante la desesperación de observar que el cuarto en que dormía se llenaba de agua que se filtraba a gran velocidad por cada pequeño recoveco del domicilio, mientras que la vasta cantidad de peluches que le acompañaban en su sueño rápidamente se “ahogaban” entre el líquido.

“Mi niña nos despertó y nos levantamos, luego vimos que todo estaba flotando (…); nos sorprendimos mucho, porque en realidad no llovió fuerte. De repente, instantáneamente, empezó a subir el agua, (fue) de un momento a otro”, señala Francisco.

Explica que a la sorpresa inicial siguió una fuerte angustia por impedir que la inundación, ya evidente en las calles, se trasladara a su hogar. Pese a que las manos de la pareja danzaron a un ritmo interminable, buscando que las cubetas se llenasen a la brevedad para proteger su domicilio de las afectaciones, nada pudo hacer por sus recién adquiridos enseres domésticos.

Ante la imposibilidad de hacer que el nivel del agua disminuyera, salió a la calle para encontrarse con que sus vecinos padecían la misma preocupación: “Eran como cuatro cuadras, más o menos 100 casas”.

Francisco, de oficio maestro, recordó en ese instante los cientos de archivos en su computadora, donde almacenaba las calificaciones de su alumnado. Al entrar, corroboró lo que más temía: su equipo ya había sido invadido y los miles de bytes con exámenes y cifras habían desaparecido por causa de un fenómeno natural.

“No se vale”, lamenta la pareja en varias ocasiones, pues su arrendador nunca les puso sobre aviso de la situación que, año tras año, es constante en esa colonia tapatía. Las autoridades hicieron su trabajo conforme el protocolo lo demanda, pero su mayor frustración se encuentra en la basura de fábricas cercanas y vecinos inconscientes que —deducen— impidió al agua de lluvia que viajara por el drenaje.

Isaack de Loza

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