Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Jalisco | Recomiendan retomar el Fiprodefo

Silvicultura, actividad comercial a largo plazo

La riqueza forestal de Jalisco debería motivar a la explotación de esta promisoria industria, afirma Rodolfo Villaseñor Vázquez que, hace 20 años, comenzó el largo camino de profesionalizar este negocio

Por: EL INFORMADOR

Rodolfo Villaseñor, propietario de Grupo Yorgos, estuvo al frente en diversas ocasiones de la Unión Regional Ganadera de Jalisco.  /

Rodolfo Villaseñor, propietario de Grupo Yorgos, estuvo al frente en diversas ocasiones de la Unión Regional Ganadera de Jalisco. /

COCULA, JALISCO (22/ENE/2012).- Tras el incendio forestal que afectó mil hectáreas de zonas boscosas de su propiedad en Tapalpa, hace 20 años, Rodolfo Villaseñor buscó el apoyo del personal militar del vivero de Sayula (era el principal productor gubernamental de árboles) y al proyecto de obtención de plantas de la papelera de Atenquique, pues no existía la Comisión Nacional Forestal.

Con el tiempo, su empresa Grupo Yorgos se recuperó y fue trabajando con personal cada vez más calificado, sobre todo en la adopción de tecnología que incluye maquinaria especializada, el empleo de la microaspersión y la mallasombra en los viveros de planta, entre otras acciones.

Pasaron los años y, como todo el mundo sabe, los árboles bien cuidados crecen. Yorgos superó la curva del aprendizaje y Villaseñor aprendió que plantar árboles es un negocio, siempre y cuando se asuma que sólo dará resultados en el mediano y largo plazo. Hay que ser pacientes: las coníferas dejan buenas utilidades, pero sólo después de 20 años. Y eso que las especies tropicales ofrecen dividendos en plazos reducidos.

Villaseñor admite que hay mucho por avanzar para que México promueva políticas públicas que generen confianza suficiente en plantaciones forestales. Lo han logrado países como Canadá, Chile y naciones nórdicas de Europa, que han demostrado que esta actividad se convierte “en una alcancía permanente” para varias generaciones de una familia.

La experiencia también le ha comprobado que los incendios son el enemigo número uno de los bosques, lo que implica la vigilancia permanente para prevenirlos y desarrollar la capacidad de respuesta para combatirlos. En su caso, sus proyectos tienen el respaldo de una brigada de combate en el Municipio de Tapalpa, pero el patrullaje del Ejército en el medio rural, afirma, ha sido fundamental para motivar conciencia entre la gente para asuntos tan sencillos y vitales como controlar fogatas.

Villaseñor fue varias veces presidente de la Unión Regional Ganadera de Jalisco y la experiencia de productor pecuario le enseñó que otra cosa para combatir es el sobrepastoreo, de modo que la carga animal no sea un enemigo para las plantaciones; las heces de los semovientes (ganado) pueden ser un factor sanitario en contra de los árboles jóvenes y sus rebrotes.

Los árboles son organismos vivos y requieren de estar sanos, resume. Eso supone el ataque oportuno de las plagas forestales, que en cada región son distintas. En sus predios ha tenido condiciones favorables y ha podido evitar amenazas como las avispas defoliadoras (del género Zaditrion), que han afectado a los bosques de coníferas de algunos municipios del Sur de Jalisco. Los daños pueden ser graves: en la zona del Nevado de Colima, recuerda, han tenido que tomarse decisiones drásticas, como retirar y quemar grandes extensiones de árboles enfermos por causa del escarabajo descortezador (Dendroctonus).

Nicho de desarrollo

Obstáculos aparte, Rodolfo Villaseñor insiste en que la silvicultura es una gran oportunidad de desarrollo económico, sobre todo si se considera que México prácticamente importa la mitad de la madera que consume.

Las ventajas adquiridas, dice, deberían motivar a esta industria. Subraya que los 12 años de historia de la Conafor han permitido definir un derrotero para que en cada ecosistema del país se planten las especies que respondan a la vocación de la tierra.

Jalisco, en particular, tiene a su favor gran variedad de microclimas, de manera que habría que aprovechar de forma diferente las regiones propicias para las especies tropicales y las que se adaptan a sus climas de altura.

Además, según el empresario, es hora de aprovechar la demanda de producto forestal para actividades típicas de Jalisco: allí está la artesanía de los equipales, que requiere especies diferentes de madera, como el rosapanal y el palo dulce; o la necesidad de reforestar a gran escala la Costa de Jalisco, que perdió masa de arbolado tropical por las demandas del medio rural y del sector turístico.

Su opinión es que el Gobierno de Jalisco debería recuperar una buena idea hoy perdida: la promoción de plantaciones comerciales a través del Fideicomiso de Administración del Programa de Desarrollo Forestal (Fiprodefo), un esquema instrumentado en el sexenio del Gobierno de Alberto Cárdenas Jiménez.

Insiste en que las acciones que ha impulsado la Conafor a escala nacional deben tener respaldo de un órgano permanente en Jalisco. Eso lo hacía el Fiprodefo, de manera que el Gobierno estatal debería reactivarlo.

Todo eso lo aprendió de un desastre, subraya Villaseñor. Ya es experiencia acumulada, a favor de una industria que podría despuntar en un Estado tan abundante en recursos como Jalisco. No hace falta un incendio nuevo para hacer estallar a esta actividad: los primeros brotes, apunta, ya crecieron. Es hora de seguir sembrando.

Experiencia

Frutas                           

El trabajo de Grupo Yorgos ha permitido que el empresario Rodolfo Villaseñor experimente con distintos tipos de cultivo, como los frutales. Entre otras cosas, la experiencia le permitió descubrir el potencial del empleo de las abejas como organismos polinizadores, tanto plantaciones forestales como con frutas templadas, como las berries.

Tanto se ha valorado el potencial limpio y sustentable de estos insectos, que actualmente hay un modelo de producción tecnificada de abejorros para aumentar la polinización inducida y con ello favorecer el ciclo de crecimiento de las plantas.

Carbono

El potencial de los modelos de bonos de carbono —un modelo internacional para incentivar la regulación de emisiones “sucias” en la actividad empresarial— tendría que ser uno de los grandes objetivos de la silvicultura profesional en México, según el titular del Grupo Yorgos.

Lo anterior, hasta el punto de alcanzar las cotas de otros países que ya los emplean de manera profesional.

El ejemplo está a la mano con el país de Costa Rica, que ha conseguido triplicar los ingresos de su industria local de la silvicultura, con el uso de este modelo.

Especies “rivales"
Pino y aguacate, vecindad posible


La experiencia de 20 años de producción forestal le ha enseñado a Grupo Yorgos que el pino y el aguacate, dos especies de árboles identificadas como rivales, sí pueden ser vecinos. No es un asunto menor: desde hace algunos años, la pujante industria de ese árbol frutal —México es el principal productor del mundo— implicó el desplazamiento de los bosques de coníferas, cuando, según el empresario, podrían convivir con la regulación adecuada.

“La clave es evitar los métodos excesivos de las plantaciones aguacateras”, como la aplicación de la técnica de matarrasa en sitios con pendientes muy pronunciadas, o la plantación de aguacate en predios sin fuentes de agua o vulnerables a las heladas.

A cambio de hacer convivir a ambas especies, la naturaleza haría su magia: el aguacate es un árbol con un sistema radicular profundo, es decir, de raíces profundas, y esto combate la erosión y propicia la proliferación de fauna silvestre, máxime cuando se acompaña con una carpeta de pasto, como lo recomiendan algunos paquetes tecnológicos.

Eso sí, advierte: los costos de los cambios de uso de suelo (para plantar aguacates en tierras forestales) determinados por la autoridad ambiental y las medidas de compensación exigidas, en estos casos, deben ser vigilados con cuidado para evitar riesgos al medio ambiente.

En Chile, por ejemplo, el modelo de producción más reciente apuesta a plantaciones muy abundantes, que garanticen de 22 a 24 toneladas por hectárea, más que el parámetro convencional mexicano.

¿Dividendos? Muy interesantes, afirma el empresario. El aguacate deja buenos números de producción en seis años, en comparación con los 20 que hay que esperar para una plantación de pinos o los ocho de una forestal, y eso explica la proliferación de los predios aguacateros en varias regiones de Jalisco, sobre todo en el Sur.

Una lección tras 20 años de cuidar árboles: hay que aprender a vigilar el flujo de resina en los pinos, que puede reducir la calidad de la madera y su secado final, lo que la devalúa

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