Martes, 26 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas, por Diego Petersen Farah

Ser de izquierda

La izquierda es algo más que programas sociales y la derecha algo más complejo que una bola de empresarios avorazados

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah.  /

Diego Petersen Farah. /

La palabra izquierda es una de las más bonitas del español porque su origen no es greco-latino, sino propiamente ibérico. La palabra griega-latina es sinister, pero en Roma la palabra sinistra comenzó a asociarse con la catástrofe y la mala suerte, porque los brujos decían que los males llegaban por ese costado. En la Edad Media la palabra siniestra dejó de ser usada para nombrar la mano izquierda y tanto en inglés como en francés y español, se buscó una palabra distinta, pues siniestra había tomado ya otros derroteros.

En el siglo XIII los ingleses abandonaron la palabra winestra y adoptaron una de origen germánico, left que viene de lyft, que significa tonto o torpe. En el siglo XIV los franceses sacaron quién sabe de dónde, lo más probable es que de algún vocablo galo, la palabra gauche que significa lo que no está derecho o lo que va en sentido contrario.

En español la palabra izquierda tiene su origen en dos palabras prerrománicas: una propiamente vasca, esku (mano) y otra celta, kerros (torcido). La palabra original que en vasco es eskerre y en gallego-portugués esquerda, en castellano se convirtió en izquierda, la mano torcida.

Con la novedad que tenemos un gobernador panista de izquierda, o al menos lo que él cree que es la izquierda.

Sólo hay dos posibles interpretaciones: o Emilio González no tiene clara la geografía política, o es un camaleón que se mimetiza según el público que tenga enfrente. Tener preocupaciones sociales no significa ser de izquierda ni las preocupaciones sociales son exclusivas de la izquierda. La izquierda es algo más que programas sociales y la derecha algo más complejo que una bola de empresarios avorazados. Es esta caricatura de la izquierda y la derecha la que hace posible que un gobernador con orígenes sinarquistas tenga estas confusiones de repente.

Emilio González es cultural, política e ideológicamente un conservador. No es químicamente puro, pero casi.

Representa como pocos ese modelo de pensamiento que, contrario a lo que se piensa, es profundamente antiyanqui y tiene preocupaciones sociales muy fundamentadas en la teoría social cristiana. Esos dos elementos hacen que un conservador pueda tener puntos de encuentro con la izquierda social, como la de Andrés Manuel López Obrador, quien por cierto en temas de moral sexual está más cerca de los alteños que de los defeños. Hay que recordar que cuando estaba en campaña González Márquez dijo que él quería ser el “Peje” de Jalisco y se refería justamente a este lado comprometido, cercano a la gente y populista que ambos comparten.

Lo que no comparten es la visión del mundo y el origen de sus filias y fobias los hace también muy distintos.

No hay que confundir pues al populismo conservador con la izquierda. Ser de izquierda significa un énfasis en lo social pero también una ruptura con las estructuras y la cultura dominante. La izquierda es por definición la que rompe, la que viene del lado débil, la que va contra corriente, contra lo establecido.

Si González Márquez cree que diciendo que es de izquierda se va a quitar la fama de extrema derecha está muy equivocado. Es como pensar que un chango con corbata va a pasar por diputado: parece, pero no es (el chango no cobra).

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