San Martín vive ''calvario'' por pandillas

GUADALAJARA, JALISCO (08ABR/2012).- Cada año, el poblado de San Martín de las Flores es escenario de la Pasión de Cristo, con la celebración de la Judea en Vivo 2012. Miles de personas viven la crucifixión de Jesucristo de manera simbólica y celebran la Semana Santa con su resurrección.

Sin embargo, el calvario real se vive cada día en la zona, y el “viacrucis” lo sufren los propios habitantes. Es por la presencia de las pandillas que azotan la comunidad; muchas de ellas, conformadas hombres y mujeres menores de edad.

Para la Comisaría de Tlaquepaque, San Martín de las Flores, con cerca de 15 mil habitantes, sigue siendo el dolor de cabeza en cuestión de seguridad.

Se contabilizan al menos cinco pandillas de peligrosidad media y alta. Poco han servido los programas preventivos, y lo único que calma la problemática (aunque de manera paliativa) son los operativos policíacos.

El titular de la Academia de la Policía de Tlaquepaque, Servando Márquez Ramírez, asegura que más tardan los elementos en retener a los jóvenes pandilleros al momento en que cometen un delito o consumen drogas, que los padres en ir por ellos.

“En San Martín no nos resulta lo preventivo, sino lo operativo, estar yendo continuamente, estar levantando a los muchachos. Pero, ¿qué pasa? Que los ponemos a disposición del juzgado, los que son menores de edad no los podemos retener, vamos a sus casas y a veces no encontramos a sus padres y vuelven a reincidir”.

En los últimos cuatro operativos policíacos de fin de semana en la zona, un joven integrante de una de las pandillas reincidió en tres ocasiones. Según Márquez Ramírez, el conflicto también radica en que a las familias ya no les importa que se retenga a sus hijos, y no se involucran en su atención.

Los muchachos detenidos con alguna droga son enviados al centro Nueva Vida, de la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ), con el compromiso de que sus padres también intervendrán en su proceso. No obstante, de cada 10 padres que se integran, sólo dos terminan la intervención.

El programa preventivo anti pandillas arrancó en Tlaquepaque el año pasado, este municipio es azotado por más de 250 grupos de este tipo en todo el territorio. El proyecto consta de actividades preventivas, en 75%, y otro 25% en cuestiones operativas. En San Martín no ha funcionado el primero, y lo único que mitiga es el choque directo con los grupos.

San Martín de las Flores es uno de los puntos más conflictivos en este tema, y lo que se ha identificado es que muchos de los problemas pandilleriles son de tipo familiar. “Tienen problemas por los integrantes y eso data hasta de tres generaciones, en donde los muchachos que detienen, los padres formaron en algún momento parte de las familias en San Martín”.

Existen puntos de Tlaquepaque donde los operativos sí han funcionado, revela Márquez Ramírez. Por ejemplo, en la cabecera de la delegación de Santa Anita, a través de dialogar con los jóvenes y sus padres, la situación delincuencial disminuyó. “Se convirtieron en grupos socialmente aceptables. Hubo colonias donde se establecieron compromisos, de que a las 10 de la noche se llevaran a sus hijos a casa”.

Mientras que en algunas colonias, los vecinos han respondido bien a las recomendaciones de los policías, en San Martín de las Flores no se ha logrado conseguir que los padres se involucren en los problemas de sus hijos, y los problemas persisten.

El Sauz y Miravalle, otros focos rojos

Otras de las zonas que sufre una problemática grave por pandillas son El Sauz y Miravalle, en la parte que corresponde a Tlaquepaque.

Ahí el conflicto es distinto, señala el titular de la Academia de Policía. En los últimos meses, se ha identificado que los grupos operan de otras maneras; ya no se cometen los mismos delitos, ni de la misma forma.

Llama la atención que los grupos ya se mueven en vehículos, y no a pie. También se observa que traen consigo armas de fuego, y no sólo armas blancas. “Creemos que el pandillero está mutando a otro tipo de delito, de una manera de delincuencia organizada, porque los pandilleros común y corrientes todavía no alcanzan ese estatus, de traer armas de alto poder”.

A pesar de que se han rescatado espacios públicos para convivencia de jóvenes, el funcionario acepta que se debe reforzar la seguridad con rondines policíacos y que la gente denuncie los delitos.

Frases

"Nada más cuando hacen eventos, como la Judea, es cuando vienen policías. Normalmente, los policías hasta les tienen miedo a los vagos. Hay mucho robo ”

Maribel López, vecina de San Martín

"Nomás se acaba la fiesta (como la Judea) y ya no vienen los policías. Cada ocho días es lo mismo, las pandillas empiezan a pelear y a drogar ”

Esthela Mora, vecina de San Martín

Invadidas
Colonias tienen al menos una pandilla

De acuerdo con la Academia de Policía de la Dirección Municipal de Seguridad Pública, en San Pedro Tlaquepaque existen poco más de 200 colonias, en las que al menos una pandilla está situada. Los reportes que los ciudadanos hacen para quejarse de la delincuencia van desde vidrios de coches quebrados y daños en las fachadas, hasta acoso en negocios.

“Cuereada” termina con apretón de manos
Sábado de Gloria

Al inicio, la tensión envolvía a la multitud. Al final, un apretón de manos simbolizaba fraternidad. Unas 500 personas fueron testigos del arranque como cada año de la “Cuereada” que se festeja en Sábado de Gloria, y que cada 365 días se fortalece, según participantes y seguidores. Se arraiga entre los jóvenes de San Martín de las Flores.

La tradicional “Cuereada” en la plaza cívica de San Martín de las Flores, se vivió en un ambiente tenso al inicio, pero al final todos estrecharon las manos en señal de caballerosidad y sin distinción entre la capa azul o la capa roja.

Eran alrededor de las 10:00 horas de ayer, cuando los chicotes de los participantes ya estaban “afilados” y listos para marcar el cuerpo de sus rivales.

Según los habitantes, son tres rondas en las que, de un punto a otro, los “romanos” y los “judíos” con sus chicotes corren. Al darse la señal, los látigos son reventados en los cuerpos de sus rivales y “sin llorar”.

“¡No chillen!” y “¡Dale, dale, dale, hasta que se rinda!”, exclamaba una mujer que disfrutaba del violento escenario sentada bajo la sombra de un árbol y mientras los hombres, para demostrar su valentía —sin dolor ni vergüenza— hacían que sus latigazos retumbaran en la plaza, hasta que sus fuerzas se veían mermadas.

“Es una tradición muy bonita. Se muestra la valentía de los hombres, como en antaño, a lo limpio, de caballeros. Se calienta el evento, pero con los que están adentro y no con los que vienen a disfrutar de la Cuereada”, explicó Josefina Madrigal, habitante de San Martín de las Flores.

La mujer agregó que es un error pensar que los vecinos todo el día se la pasan “cuereando”. Dijo que nada más sucede una vez al año en la plaza cívica, y que la idea es disfrutar.

Las mujeres también “le entran”. “Dale, dale, dale. Ésa es mi hija, que se escuche la riata, y sin llorar”, dijo con tono de enojo una mujer sentada entre los asistentes.

EXPIACIÓN
“Riña campal”

Al día siguiente del Viacrucis, en Sábado de Gloria, cada año los actores que participan en la Judea se “cuerean” unos a otros a manera de expiación. San Martín de las Flores es el escenario para la campal. Las personas asisten a la plaza principal para ver el espectáculo de flagelación que se da entre actores y pobladores.

Látigo en mano, los participantes aguantan los azotes al grito de “¡No chille, no chille!”.