Saldos de la marcha

Cuando se dispersó la marcha, el conflicto seguía allí. Pasó la marcha y no pasó nada. No pasó nada: para bien de todos, no hubo la violencia que algunos esperaban y auguraban. En realidad, fue una marcha de una organización impecable (“lo nuestro, lo nuestro, son las marchas”, dijo el león). Independientemente del número de miles que le quieran poner o quitar, es la manifestación más grande que se ha realizado en el Estado.
No pasó nada: los actores siguen en la misma posición y el presupuesto inamovible.

Lo menos importante de la marcha fue el tema del presupuesto. Si lo que querían era dejar claro que el Gobierno les debía dinero, hubieran hecho una marcha distinta, pero en esta ocasión la UdeG lo que hizo fue mostrar su músculo político. ¿Ayudó la marcha a destrabar el tema presupuestal de la Universidad? Me temo que no. Las posiciones están más radicalizadas que nunca y el Gobierno tiene la excusa perfecta para decir que el tema es político. Fue una demostración de fuerza y un mensaje de que Raúl  puede aglutinar a todos en torno suyo: sacó a marchar a la nómina y a los simpatizantes, incluidos los alcaldes. El templete era el de un mitin político: seis diputados y los líderes estatales del PRI y PRD. Si vemos la foto fuera de contexto, cualquiera apostaría a que se trata de un acto (anticipado) de campaña.

Raúl ganó por todos lados, mientras el rector general, Marco Antonio, perdió lo poco que tenía. La visita sorpresa del gobernador puso a Raúl por la nubes, y prácticamente aniquiló a Cortés Guardado como interlocutor frente al Gobierno. El mensaje es claro: el gobernador habla con Padilla porque hablar con el rector no resuelve las cosas. Por más que en lo sucesivo el rector sea el que aparezca en los reclamos, y que lo vuelvan a placear en medios, el puesto quedó en calidad de decoración, más de lo que ya era.

Por otro lado, pasado el momento crítico de la marcha, el menos interesado en acabar con el debate es el gobernador. Ningún otro tema le da foro nacional ni le permite estar en la palestra como éste. Pelearse con Raúl Padilla le reditúa enormemente con la clientela panista.

Lo que le digan o griten en las marchas le sale barato frente a lo que gana. Y el error de los alcaldes y del líder del PRI, de haberse presentado en la marcha, le permitirá al Gobierno y a Emilio acercar la imagen del PRI con la de Raúl Padilla, tal como lo hizo en la campaña. Los dos se quejan de falta de dinero, pero se van a seguir gastando nuestra lana en una guerra de spots.

En síntesis: ganaron los políticos, Raúl y Emilio, y perdió el rector, Marco Antonio Cortés. La Universidad, bien gracias.