Renacer

A punto de finalizar el año, es improrrogable desearles toda clase de bienes para el próximo. Pero me parece oportuno hacer algunas especificaciones que permitan clarificar qué cosas resultan importantes para que todos mejoremos en nuestra calidad de vida.

Primero que nada y aunque muchas gentes prefieran que sea un asunto estrictamente privado, prefiero poner todo en manos de Dios y suplicar que tenga compasión de todas las barbaridades que hacemos y decimos, precisamente por falta de humildad y enarbolando la soberbia.

Aceptando que somos débiles y propensos al error, deseo que el año que entra seamos capaces de disminuir tanta corrupción y su íntimo compañero, la impunidad. Que los funcionarios y burócratas estén conscientes de su papel de servidores públicos y no de asaltantes de las arcas y bolsillos del pueblo.

De verdad estoy convencido de que la violencia nunca sana la violencia, así que suspiro para que las autoridades correspondientes cambien de estrategia y dejen de alardear del uso de la fuerza como camino de concordia social. Creo en el castigo, pero no en la forma tan cruel y abusiva como la ejercemos contra los que infringen la ley, además debemos estar seguros de que aplicamos los mismos remedios a todos por igual.

Urge mejorar el transporte colectivo y resolver con más inteligencia el enorme problema del tráfico y los cuellos de botella que día a día crecen en nuestra ciudad. Que los responsables en el Gobierno hagan una consulta ciudadana y todos nos hagamos responsables de la solución.

No sugiero una solución, pero la verdad hemos de buscar otro camino para que la democracia no se convierta en campañas políticas y propagandas permanentes a favor o en contra de un partido del color que sea. Tiramos demasiado el dinero en tanta mercadotecnia para convencer a la ciudadanía, con palabras y promesas, cuando sólo los resultados y su comportamiento deberían de hablar por sí mismos.

Es también indispensable que todos tomemos más participación en afrontar el problema de una ciudad que cada vez más se llena de antros, casinos y lugares de diversión; en vez de que crezcan los centros culturales y de crecimiento productivo. Las adicciones aumentan por doquier y no estamos siendo preventivos ni capaces de sanar a los que han quedado atrapados en ellas.

La sociedad no puede quedarse indiferente ante grupos minoritarios que cada vez tienen más dinero y privilegios, frente a tanta pobreza y marginación de muchos. Tenemos que fomentar más la filantropía y caridad de los que tienen todo, para que sepan dar a los más necesitados.

Los Juegos Panamericanos son de todos los jaliscienses y no bastan una cuantas campañas mediáticas para hacernos partícipes de lo que es nuestro, algo inmediato tenemos que hacer para estar involucrados todos.

Y para redondear los buenos deseos de este inicio de 2011, queremos fortalecer la idea de unidad en nuestras familias y finalmente en toda la sociedad, porque todos los planes y proyectos que queramos los debemos de hacer en conjunto y trabajando en equipo, sólo así alcanzaremos nuestros objetivos.

Feliz año.