Viernes, 29 de Noviembre 2024
Jalisco | Misiva por Guillermo Dellamary

Regalar el perdón

Las cárceles están repletas de delincuentes que no han recibido el perdón de sus acusadores, muchos de ellos han realizado robos menores

Por: EL INFORMADOR

Me ha sorprendido mucho ver con qué rencor y odio tratan muchas personas a quienes cometemos errores en la vida. Es tan frecuente la venganza y el deseo de desquite contra quien te ha hecho algún daño, que parece sólo existir el deseo de cobrar con saña hasta la última gota de lo que te han hecho.

Las cárceles están repletas de delincuentes que no han recibido el perdón de sus acusadores, muchos de ellos han realizado robos menores, vamos, cosas que pueden costar menos de cuatro mil pesos, y aun así han sido llevados ante los jueces con todo el rigor de la ley. Gente que a lo mejor entiende que no debe seguir comportándose de esa manera y que el perdón y la clemencia cobraría mucho mejor efecto en su mente, que un castigo que resulta innecesario.

Peor aún, cuando los acusados también son víctimas de la venganza y del deseo de denigrar y ofender al otro, como sucede en muchos juicios de divorcio, donde además de los falsos testimonios, las acusaciones rebosan de ira, coraje y sed de desquite.

Dentro de las mismas familias existe tanto resentimiento y coraje entre hermanos, que pueden pasar años de incomunicación entre los ofendidos, porque simplemente no son capaces de perdonarse por cualquiera de las faltas que se hayan cometido, graves o no. Debemos enseñar y aprender más a perdonar.

Cuántos hijos no perdonan a sus padres por las tonterías que los adultos podemos realizar, y el castigo puede durar muchos años. Lo mismo sucede entre esposos, que tras de algún conflicto pueden ensañarse con verdadero dolo, en contra de a quien algún día profesaron amor sincero, tan sólo por no saberse perdonar con  especial sinceridad.

He sabido de personas que con lágrimas en los ojos y un profundo dolor en el corazón piden el perdón a sus ofendidos, y éstos con una frialdad inaudita son capaces de negar con particular placer. Incluso, llegan a reafirmar que es muy merecido, y que el castigo le debe hacer pagar todas las que hizo.

Envalentonados con el falso orgullo y la prepotencia, no saben perdonar ni tener consideración con los que hemos cometido un error. Como si ellos mismos olvidaran que también tienen mucha cola que les pisen.
Por eso las enseñanzas morales hacen énfasis en la importancia de no arrojar la piedra y condenar a los demás, si uno no es libre de culpa, porque con la vara que uno mide, será medido.

Si los que no sabemos perdonar recapacitáramos que lo mismo que le hemos negado a los otros, algún día nos tocará recibir la misma crueldad, lo pensaríamos dos veces antes de no conceder el perdón a los agresores.
Todos debemos incrementar nuestra capacidad de perdonar y de hacer sentir a los que cometemos faltas, que hay más lección en la misericordia que en el castigo mismo.

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