Realizan la charla ''Derecho a la ciudad''

GUADALAJARA, JALISCO (29/AGO/2013).- A veces, Guadalupe Morfín se cala los lentes para tomar un respiro. La poesía y la ciudad se conjugan en su voz para hacer, al parecer sin querer, una oda al espacio público, a la urbe. Un poema a la metrópoli. Recuerda las luchas de Gaudencio Mancilla y Celedonio Monroy, dos líderes indígenas perseguidos por defender su espacio.
 
Rememora la lucha de Temacapulin, critica las decisiones del Tribunal Administrativo del Estado que destruyen la ciudad; guarda unos segundos de silencio por los árboles caídos para dar espacio a los espectaculares. Sabe que los fraccionamientos, lo que fraccionan, es el tejido social. Guadalupe lee la ciudad, a veces como una novela dramática, a veces como una tragicomedia. Casi siempre como lo que más le gusta: un poema.
 
"Pensemos en la ciudad para tomarla, hacerla nuestra, sacarla a asolear para que se ventile la verdad".
 
La noche de este jueves se llevó a cabo la charla Derecho a la ciudad, que conforma la serie de actividades que desde hace un mes se llevan a cabo en el Museo de la Ciudad, como parte de la exposición Toma la ciudad.
 
Fue Mary Rojas, vecina del fraccionamiento Los Silos, de Tlajomulco, quien habló de las carencias que tienen en su colonia: falta de agua, electricidad y servicios garantizados por el ayuntamiento y las dependencias federales, como la Comisión Federal de Electricidad.
 
Francisco Macías, del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad), bosquejó algunas ideas desde la perspectiva de derechos humanos, en la que dijo había que entender la ciudad como un "espacio vital de esperanza, oportunidades y planificación".
 
Uno de los grandes retos que tiene una ciudad es poder captar la participación social de los jóvenes, porque hasta en pandillas "se puede dar un tipo de acción". El orador dio estadísticas sobre la situación de la pobreza y la violencia. "No sólo es la parte psicológica, sino que el miedo también tiene costos en la realidad socioeconómica".
 
Antes de terminar, Enrique Ortiz, pionero en la educación del hábitat, mencionó que las políticas de vivienda están mal hechas desde la concepción de ver las casas como un producto que se ciñe a la oferta y a la demanda, y no como un derecho.
 
"Con este criterio no se solventan las necesidades. Dos cuartitos para una familia... así se hace la vivienda. No es un enfoque de derecho".
 
Esto, lo que provoca, "es un odio a la casa. Porque tienes un inmueble de este tipo que tienes que pagar a 20 años". Genera falta de seguridad, de pertenencia y accesibilidad. "Y se supone que ya no son pobres, pero destinan hasta el 40% en transportarse. Y entonces prefieren dejar la vivienda".

EL INFORMADOR / OMAR GARCÍA