Razones por las que amamos a los políticos

Esta semana se define el futuro del transporte público en la ciudad. Lo que pase de aquí al viernes va a marcar en gran medida el desarrollo urbano de Guadalajara. La parte técnica está más que debatida, conocemos el problema bastante bien, sabemos los costos, conocemos las opciones, qué de lo que se dice es cierto y qué no, y qué es creíble y qué es quimera. Lo que sigue es una decisión política y es ahí donde comienza la incertidumbre.

El Gobierno del Estado optó por la fácil y convenció a todos de que la decisión es de los alcaldes; se echó en la hamaca a esperar que los otros decidan. Si bien es cierto que lo que falta para cerrar el tema es justamente la firma de los tres alcaldes involucrados en la Línea 2 del BRT, más cierto es que desde el Ejecutivo nadie está moviendo un dedo para lograrlo. Con el argumento de que ya hicieron “todo lo posible”, aventaron la bola a la cancha de los presidentes municipales y la responsabilidad del trabajo político a los organismos de la sociedad civil. Hay muchas cosas que podría estar haciendo políticamente el Gobierno y que no está operando porque eso implica desgaste de cara al proceso electoral.

Los alcaldes tiene pavor de tomar la decisión. Están midiendo costos permanentemente, pues como siempre sucede en este tipo de asuntos, el sí y el no tienen costo político y es muy difícil establecer cuál es mayor. Pero más importantes son el cómo sí o cómo no, porque de ello depende mitigar los costos. Un “no” sin alternativa es muy costoso para los alcaldes, y  la verdad es que no tienen alternativa. Decir “no” es condenar a que no se haga nada en cinco años. Decir “sí” sin una salida elegante para los alcaldes es muy riesgoso políticamente porque van contra sus propias clientelas, independientemente de lo que opine la mayoría de la gente o ellos mismos.

La carga del acuerdo se la han echado encima a los organismos civiles. No sólo a las cámaras, que son las más mediáticas y visibles, sino a un número importante de ONG’s y expertos independientes que le han dedicado horas a lograr un acuerdo de lo que ellos creen que es mejor para la ciudad. Lo patético es que mientras los organismos invierten tiempo y recursos para construir una salida, a los que les pagamos para que logren acuerdos y los responsables de tomar decisiones se dedican a cuidarse el trasero o a evitar que las cosas sucedan, según convenga a sus intereses.

Ésta es una razón más por la que tanto amamos a los políticos y cuyos nombres deberíamos escribir en un monumento, para no olvidar. A saber y en estricto orden alfabético: González, Emilio; Guzmán, Fernando; Padilla, Raúl; Sandoval, Aristóteles; Vielma, Héctor.