Viernes, 22 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

¿Quién arroja el primer Gansito?

Gran parte de la derrota de 2009 los panistas la atribuyen a los pleitos internos

Por: EL INFORMADOR

Todo comenzó en una boda. El anfitrión, el gobernador Emilio González Márquez, puso a los dos ex gobernadores, Francisco Ramírez Acuña y Alberta Cárdenas Jiménez, en la misma mesa, rodeados de amigos comunes. No fue un inicio fácil. Había tensión cordial o una cordialidad tensa, como se prefiera. Un poco más tarde llegó a la mesa el anfitrión, brindó con ellos y se sentó un rato con Ramírez Acuña. Se movió de silla y se sentó con Alberto Cárdenas.
Cuando se levantó para seguir su ronda por las mesas, Ramírez Acuña se sentó junto a Alberto Cárdenas. Fue una conversación de no menos de hora y media. De ahí surgió la idea de irse los tres a comer, para que los vieran, lo cual sucedió el viernes pasado, como siempre en un restaurante argentino (¿nadie les habrá platicado a los políticos que en el mundo existe algo más que carne asada?).

El acto es en sí mismo significativo. Gran parte de la derrota de 2009 los panistas la atribuyen a los pleitos internos. El desgaste del poder y el hartazgo ciudadano son, sin duda, los factores que mejor explican el resultado la elección intermedia pasada, pero los malos candidatos y los pleitos entre los grupos abonaron, sin duda, para que una elección que se preveía cerrada y difícil se convirtiera en una debacle del panismo en la Zona Metropolitana de Guadalajara.

Más allá del acuerdo de unidad y de la búsqueda de las mejores figuras de cara al proceso de 2012, los ex gobernadores tomaron un acuerdo trascendental: no meter las manos por los actos de corrupción de sus pupilos. Hay dos casos que podrían ser los paradigmáticos: el reparto discrecional y fuera de toda norma de dinero del Congreso, en el que participaron el ex coordinador de la bancada panista y candidato derrotado del PAN en la elección de Guadalajara, Jorge Salinas Osornio, y el diputado y ex oficial mayor del Congreso, Alfredo Argüelles. El otro caso tiene que ver con los problemas financieros de la anterior administración del SIAPA ,encabezada por Rodolfo Ocampo.

En el caso de Argüelles y Ocampo nadie parece tener problema en dejarlos caer. Los dos estuvieron cercanos en algún momento a los tres gobernadores y con los tres quedaron mal. Tienen, digamos, una enorme “capacidad de adaptación” o chaqueteo. Además, representan a esa generación de jóvenes panistas que muy pronto se adaptaron a los grandes sueldos y a la negociación. Falta que efectivamente les puedan probar algo, pero ambos son candidatos idóneos para el sacrificio.

Un caso mucho más delicado es el de Jorge Salinas. Hasta hoy, Salinas ha sido el malo de la película: no sólo fue derrotado en la elección para Guadalajara, sino que su nombre ha aparecido reiteradamente en los escándalos millonarios de la anterior Legislatura. Pero Salinas tiene un peso específico mucho mayor, pues fue secretario particular de Ramírez Acuña, de ahí vienen gran parte de sus enemigos, también de su información.

El problema de los procesos de ajuste de cuentas o de reconocimiento de corrupción es hasta dónde se llega y quién define esa delgada línea entre los procesados y los salvados. Ahora sí que como dijo el sub Marcos, que el que esté libre de culpa arroje el primer Gansito Marinela.

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