¿Qué hacer con el Centro?

En primer lugar, volverlo más habitable. Así de sencillo y así de difícil. Habitarlo quiere decir vivirlo, cuidarlo, prever su desarrollo. Asegurar que tenga los requisitos mínimos para que sea un destino deseable: para pasar allí un rato del día o, sobre todo,  para vivir allí. Desde hace mucho, en distintas partes del mundo se ha llegado a una conclusión contundente: el remedio para los desgastados centros de las ciudades es la inyección inteligente de vivienda. Y, por supuesto, de las funciones complementarias. En el caso de Guadalajara estas funciones ya existen.

Subsisten las escuelas, los mercados, las iglesias, hay centros de atención médica, numerosos medios de comunicación, espacios verdes y abiertos, muy diversos servicios. Lo que cada vez hay menos es, precisamente, vivienda. Es, por lo tanto, necesario estimular su presencia.

Esto se dice fácil, pero ¿qué es lo necesario para vivir en el Centro? Nada que el sentido común no indique. Servicios urbanos suficientes, ámbitos con manejables niveles de ruido y de contaminación, buena seguridad, posibilidad de desplazarse adecuadamente por el entorno inmediato. Servicios afines a la vida doméstica: lavanderías, pequeños comercios relacionados, pensiones para los coches, cines, videoclubs, guarderías, oferta gastronómica vecinal y barrial, etc.

La parte complicada es la generación de la vivienda misma. Con los precios del suelo imperantes se requiere establecer distritos en los que el aumento en la densidad, sin demérito de la calidad de la vivienda, permita la inversión privada reforzada con los apoyos oficiales pertinentes. Esto, se ha demostrado, es posible si se conjuntan los factores requeridos.

Otro aspecto vital es la consecución de los predios necesarios para su desarrollo habitacional. El municipio posee ahora un valioso acervo inmobiliario, destinado precisamente a los fines descritos (habitación y usos complementarios), dotado de los instrumentos jurídicos idóneos, en el contexto del Parque Morelos (Proyecto Alameda). Es una oportunidad vigente, única, y que sería muy grave desaprovechar.

Este nuevo distrito habitacional deberá ser la punta de lanza para que similares desarrollos puedan darse en otros contextos del Centro metropolitano. Pero hay que detenerse a considerar la valía intrínseca e irrepetible del patrimonio público inmobiliario que representa el Proyecto Alameda, desarrollado bajo la modalidad más adecuada. Es necesario apostarle a la vivienda y no caer en la tentación de usos más “espectaculares” que ciertamente no son esenciales para un centro que posee ya múltiples atractivos y equipamientos.

El Centro de Guadalajara, que es el centro metropolitano, sigue esperando acciones concretas que le devuelvan su vitalidad. Esa vitalidad sólo podrá ser aportada por los habitantes que lleguen a encontrar allí un lugar atractivo y satisfactorio para vivir.

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