Domingo, 06 de Octubre 2024
Jalisco | CUESTIÓN DE ENFOQUE

Qué bonita ¿familia?

Por Patricia del Castillo

Por: EL INFORMADOR

El Encuentro Mundial de las Familias, que culminó hace una semana en la ciudad de México, dio lugar a la congregación de más de ocho mil personas de todo el mundo, pero también abrió espacio a la crítica sobre su visión sobre el concepto de familia y los roles que cada uno de sus miembros debiera desempeñar. Tapatíos comparten sus opiniones al respecto y hablan de las particularidades de la familia a la que pertenecen

De sus 34 años de edad, Martha Alicia Chávez ha pasado los tres más recientes como asistente del odontólogo que le dirigió su tesis y luego le ofreció trabajo en su consultorio. Como lo hacen miles de tapatías, cada mañana se “pega la santa corretiza” para realizar su arreglo personal y alistar a sus dos pequeños, de 4 y 6 años, para entregarlos a la puerta de la escuela en punto de las 8:30. A 20 minutos de ahí se encuentra el consultorio cuyas puertas es la encargada de abrir y, como una concesión especial de su mentor, se retira a las 14 para recoger a sus hijos del colegio y llegar a casa para comer “en dos tandas”, dice, porque su marido hace lo propio alrededor de las 16 y debe atenderlo. Como parte de las previsiones que toma, y que comprometen la mayor parte de sus días de descanso, adquiere insumos, prepara y congela los platillos que cada día de la semana recalienta y ofrece a su familia, para no obligarlos a esperar por la ración del día. A las 17 horas, Martha Alicia se presenta de nuevo a trabajar en el consultorio, del que se retira a las 19:30 y llega a casa “a bañar niños, darles de merendar y ponerse a estudiar, porque hay qué mantenerse al día en la profesión y no pienso pasarme la vida como asistente, ni en el consultorio, ni en mi casa”, enfatiza al tiempo que reflexiona sobre lo que admite haber escuchado en algunos comentarios radiofónicos sobre el VI Encuentro Mundial de las Familias que, con una misa en la basílica de Guadalupe, en la ciudad de México, culminó la pasada semana, tras congregar a más de ocho mil personas, en su mayoría, mexicanos, que atendieron a este foro internacional fundado en 1992 por el entonces pontífice Juan Pablo II, y que ha venido celebrándose cada tres años, en diversas ciudades del mundo.

“Escuchar la frase de que la familia necesita ‘Menos pan y más caso’, que declaró un cardenal de los asistentes al encuentro, refiriéndose al deber moral de las mujeres de mantenerse en casa y no salir a trabajar, para mantener a la familia unida, me pareció indignante. Soy católica practicante y procuro seguir los mandamientos de la Iglesia, pero me cuesta mucho trabajo aceptar que como institución no ha avanzado, ni toma en cuenta que las realidades sociales de estos tiempos son otras; que, por un lado, las mujeres no podemos darnos el lujo de ser mamás de tiempo completo y, por otro, nadie puede negarnos el derecho a realizarnos profesionalmente. Me irrita mucho pensar que nuestros pastores piensen y difundan una mentalidad tan retrógrada y machista, que no se den cuenta que esos modelos que plantean no es posible llevarlos a cabo en esta época, pero sobre todo, que le sigan cargando a la mujer la responsabilidad de mantener integrada a la familia, sin mencionar siquiera que al hombre también le toca y que son, justamente, los hombres, quienes en muchos casos y por distintos motivos, se han encargado de provocar que la mujer se vea en la necesidad de salir a trabajar porque, en el mejor de los casos, no ganan lo suficiente y en el peor, se atienen a lo que gana la mujer o abandonan a la familia”.

Al inaugurar el evento que durante cinco días reunió a altos prelados del catolicismo, sacerdotes, especialistas en el tema y seglares de todo el mundo, el cardenal Ennio Antonelli, presidente del Consejo Pontificio para las Familias, enunció que la sociedad está “enferma de relativismo” y definió que: “Hay diferentes formas de convivencia, pero no deben confundirse con la familia, conformada por un hombre, una mujer, unidos en matrimonio, con sus hijos”. Tal aseveración provocó también controversia, porque mientras la mayoría acepta este esquema tradicional, abundan quienes rechazan que sólo la llamada “familia nuclear” pueda ser considerada como “normal”, sin tomar en cuenta que no sólo la consanguineidad y convivencia limitada a dos generaciones, con un contrato civil y religioso de por medio, pueda conceder la categoría universal de familia.

Tradición en vías de extinción


El origen cultural del significado de la palabra “familia” marca la percepción general que se tiene sobre ella, pero la evolución de la sociedad hacia otras formas de convivencia replantea hoy esa definición y abre el debate sobre su actual conformación y los roles que cada uno de sus miembros asume.

Las cifras reportadas por el INEGI, en el lapso comprendido entre 1990 y 2005 revelan que, apenas en un decenio, el porcentaje de familias mexicanas tradicionales (papá, mamá, hijos) pasó de 75 a 69 por ciento y, un lustro después, se redujo a 68, mientras aumentó significativamente el establecimiento de hogares mono parentales y unipersonales.

“Así que si yo, como madre soltera, vivo con mi hijo, mi hermano y mi mamá, ¿no puedo decir que somos familia?”, se pregunta Patricia Lazcano, maestra de primaria y principal sostén de su casa. “Y qué pasa con quienes se casan pero deciden no tener hijos, con quienes no están casados pero han procreado y viven de manera estable, con quienes viven juntos porque tienen otro parentesco que no es estrictamente filial, ¿no son familia? Me llama la atención que quienes no tienen la facultad de fundar su propia familia se hagan cargo de autorizar su definición y, peor tantito, que la señalen como condición para poder llamarla ‘familia cristiana’.  Creo que la familia ‘normal’ es aquella en la que existe la convivencia armoniosa, comprensiva, tolerante, amorosa y solidaria, independientemente del parentesco o condición que los una, y que ese ‘ideal’ de familia con papá, mamá, dos hijitos (niño y niña), un perrito y una casita con reja blanca alrededor ya pasó o, al menos, ya no es la que predomina en nuestro país. Referirse a ese ideal como símbolo de lo que es una familia cristiana es segregar a viudos, divorciados, padres solteros, huérfanos, tías solteronas y abuelos agregados”.

“Lo ‘normal’ es lo que sigue la norma establecida ¿por quién? Lo cristiano es seguir las enseñanzas de Jesús y podría suceder que, o yo desconozco la totalidad de los evangelios, o él nunca se refirió a una familia ‘modelo’, como la que plantean los jerarcas de la Iglesia”, comenta José Felipe Heredia, comerciante de 48 años. “De cualquier manera, pienso que quienes aluden al comentario del cardenal italiano como un pretexto para criticar al catolicismo, les falta conocimiento del contexto en el que se dicen ciertas frases, o no tienen madurez para interpretar que la obligación de la Iglesia es plantear ciertas doctrinas como ideales a alcanzar, no como imposiciones que deban seguirse al pie de la letra para considerarse cristianos. Yo los tomo como llamados de atención hacia una sociedad que ha comenzado a pagar los costos de la desintegración familiar y de todo lo que de ella se deriva, como son la violencia, las adicciones y carencia de valores humanos. La mujer no es ciertamente la única responsable de mantener unida a la familia, pero el matriarcado ha permanecido vigente en nuestro país por tanto tiempo, que es difícil entenderlo de otra manera. Los cuarentones de hoy somos tal vez la generación de la transición hacia otro modo de pensar y entender las cosas, pero también nos cuesta trabajo adaptarnos porque provenimos de padres que vivieron lo que muchos quisieran ver erradicado. Pero eso obedece a un proceso social que nada tiene qué ver con el catolicismo”.

Reacciones en corto

“No sé por qué tanta gente se alarma por lo que dicen los conservadores persignados. Ni el concepto de familia se deriva del catolicismo, ni nadie va a dejar de sentir que pertenece a una porque la que tienen no se ajusta a lo que ellos dicen. No sé por qué se clavan tanto; ¿qué esperaban de una institución que condena el aborto, los anticonceptivos, la homosexualidad, el divorcio y todos los etcéteras que no van con su forma de pensar?”. Ana Lucía Sánchez, 25 años.

“Yo no tengo una, sino tres familias felices, aunque ninguna de ellas se ajusta a los patrones católicos. Una es la que formé con mis padres y mis dos hijos mayores que viven con ellos desde que me divorcié; otra, con mi hermana soltera y su hija, con quienes viví por cuatro años y una más con mi actual pareja, sus tres hijos y una niña que adoptamos como hija en común. ¿Así o más disparatado el asunto? Pero todo eso no nos ha impedido ser católicos, apostólicos, romanos y fieles practicantes, porque la religión es algo interno que se vive en conciencia y conforme a ciertos valores de honestidad y rectitud que nada tienen qué ver con lo que algunos sacerdotes digan o hagan”. Rosa María Castro Alba, 46 años.

“Yo crecí repartido entre dos casas: una con mi abuela y mi madre soltera y otra con mi padre biológico que hizo familia aparte y me integró a ella, como el mayor de sus tres hijos. Luego se divorció, pero yo seguí viviendo con mis hermanos y mi tercera madre y todos seguimos en contacto con mi papá y un nuevo hermanito, con quien siento que tengo una tercera familia. No puedo definir a cuál de todas pertenezco, porque en todas he recibido amor, consejos, atención y apoyo económico. Lo único que me ha molestado es el afán de mucha gente por justificar cualquiera de mis fallas por el ‘desmadre’ familiar en el que, según ellos, he vivido. Si así juzgan lo que no conocen, ¿por qué les hace tanto escozor lo que digan en un congreso católico?”. Jonathan Emanuel Fierro, 26 años.

“Una familia es un grupo de personas que no escoges, pero con el que creces y te encariñas porque convives con ellos. Si responde al ‘modelo’ que propone la Iglesia (igualito al de los anuncios gringos) o constituye una afrenta contra la ‘normalidad’ o las buenas costumbres es lo de menos, siempre que tengas conciencia de las actitudes que debes desarrollar para mantener una buena convivencia. Los valores se inculcan y se viven cuando estás en contacto con personas que los tienen, se trate de un tío, un abuelito, tu perro o una maceta”, asegura riendo Ana Gabriela Zepeda, de 27 años.

Los cinco días que abarcó el VI Encuentro Mundial de las Familias, y en cuyos foros se vertieron todo tipo de recomendaciones y comentarios por parte de eclesiásticos, religiosos y laicos desató controversias. Otro tema a resaltar entre sus contenidos es la recomendación que se hizo a las mujeres para que “no usen ropa provocativa, cuiden sus miradas y gestos y no admitan chistes picantes, porque todo ello las vuelve responsables de convertirse en blanco de ataques físicos o verbales. Pero ese será tema del siguiente sondeo ciudadano que se expondrá en este mismo espacio.

Investigación y textos: Patricia del Castillo

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