Profesores piden comisión para evaluar el buen comportamiento en el aula

GUADALAJARA, JALISCO (31/MAY/2013).- La teoría normalista invita al profesor a pulir sus planes de estudio, y concede estrategias para que sus clases sean atractivas y afines al desarrollo educativo de los alumnos. Pero también la teoría normalista deja de lado el comportamiento adecuado que debe tener un maestro, cuando éste entra al aula para hacer frente a 60 alumnos, todos repletos de energía y, la mayoría, con ánimos de privilegiar el juego a prestar atención en clases.

Ningún profesor recibe aleccionamientos previos en las universidades de formación, para saber exactamente cómo conducirse al grupo y preservar el orden cuando este se rompe. ¿Las reacciones naturales cuando esto ocurre? Levantar la voz, en el menor de los casos. En situaciones más delicadas hay gritos, insultos, e incluso golpes.

"No te dan una indicación específica de lo que tienes qué hacer. A un niño no le podemos decir: 'estas suspendido', o dejarlo sin recreo; lo único que puedes hacer, yo por ejemplo en el caso de grados superiores (quinto o sexto de primaria) uso el diálogo; pero en los niños chiquitos no puedes hacer nada, simplemente invitarlos a que se porten bien", narra René Valdivia, un profesor de la Escuela Urbana 1202, ubicada en el fraccionamiento Santa Fe, de Tlajomulco.

Desde la óptica del maestro, hay ambigüedad en el manual de disciplina que se les concede. Esto porque únicamente "dice que invites al niño a que se porte bien", y la obviedad que a esto le sigue: sin dañarle física, psicológica o emocionalmente. "Es evidente que no lo tienes qué hacer, pero no te dan tablas específicas".

Castigar a un infante, por ejemplo, al liarse a golpes con un igual, significa un debate ideológico complicado, pues el término "castigo" en sí lo es. Reprender a los infantes no es bueno ni malo, sino lo contrario; nadie, asegura el joven profesor, ha llegado a las escuelas para hacer ver cómo se "bientrata" a los alumnos, y para que el estigma del maltrato por profesores quede atrás.

"Anteriormente llegaban los niños con malas calificaciones a su casa y el papá les reclamaba; ahora el reclamo va para el maestro. Ése es el problema".

La solución, añade, es sencilla. Únicamente se necesita conformar una comisión en la que la Secretaría de Educación (estatal o federal) involucre a la Comisión (también estatal o federal) de Derechos Humanos, a psicólogos infantiles, trabajadores sociales, especialistas e incluso a los propios padres de familia, para que se dé seguimiento puntual del trato que reciben los niños, y los profesores crezcan a la par con esta nueva comisión.

EL INFORMADOR / ISAACK DE LOZA