Jalisco | A FONDO: INVESTIGACIONES ESPECIALES Poder y dinero fácil atrae a los jóvenes hacia el narco Analistas señalan que la búsqueda de respeto es uno de los motivos para que caigan en el crimen organizado Por: EL INFORMADOR 19 de septiembre de 2010 - 05:14 hs Algunos jóvenes entran a las filas del narcotráfico para ganar cierta legitimidad al ejercer poder a través del dinero. EL INFORMADOR / Más discreción, menos estereotipoGUADALAJARA, JALISCO (19/SEP/2010).- Los factores socioculturales y económicos son determinantes para que algunos jóvenes busquen establecer un vínculo con el narcotráfico, porque al estar involucrados en los procesos del gran negocio, les permite tener accesos a bienes y servicios públicos o privados que elevan su calidad de vida. Pero no sólo se trata de tener algún objeto o servicio físico, también juega un papel fundamental para ganar cierta legitimidad al ejercer poder a través del dinero. De acuerdo con el investigador José Igor González, académico del Departamento de Estudios sobre Movimientos Sociales de la UdeG, se trata de una dimensión simbólica en donde se cree que prácticamente todo se puede lograr con grandes recursos económicos. Para otros jóvenes el narco representa una cuestión de deseo, de aspiración a obtener lo que quieren, donde se pueden encontrar dos extremos: por un lado están los que no tienen ninguna opción y que quizá ni siquiera tienen un discurso respecto a esto, y del otro lado están los que se enganchan en la lógica de la violencia, “de yo soy el machín, yo puedo, yo traigo mi pistola”, señaló la antropóloga Rossana Reguillo. Aunado a lo anterior, existe un estereotipo de las personas que están relacionadas con el crimen organizado, que tiene que ver desde el tipo de vestimenta hasta ciertas actitudes de personalidad como el glamour, el sentirse inmortal, imponente, y pensar que se tiene control sobre los demás e incluso sobre la vida de los otros, características a través de las que algunos jóvenes adquieren respeto entre sus círculos sociales. “Mi hermano ya no vestía igual. Compró ropa de marca, camisas y playeras Armani, pantalones de mezclilla Versace, su bolsa Louis Vuitton y sus tenis Lacoste que no le combinaban pero le gustaban por caros, algunas cosas eran piratas, pero mientras se viera el nombre de la marca él las compraba”, describió Laura, quien viste de manera modesta con un pantalón de mezclilla, tenis blancos, un blusa azul y lentes oscuros para ocultar lo colorado que se le tornaron los ojos después de llorar por la tristeza que le provoca ver a su hermana visitar a su novio en el Reclusorio Juvenil. No todos los jóvenes que encajan con este estereotipo están conectados con el narco, ni todos los que forman parte de esas bandas delictivas se visten así. La discreción va ganando terreno y cada vez aumentan los elementos que vuelven más complejo el estereotipo, según el doctor José Igor González. Recordó que en las últimas capturas de capos, los jóvenes difícilmente caen en el estereotipo narrado, “ya no traen las camionetotas, ahora son más discretas pero sí blindadas, ya no traen el ajuar de oro y joyas adornándoles el cuello y la muñeca”. Martín llegó al Reclusorio Juvenil a visitar a su hermano menor que espera sentencia por el delito de homicidio calificado. Viste un pantalón de mezclilla oscura ajustado al cuerpo, playera blanca con el logotipo de la marca Armani (un águila), su cabello está rapado, su radio-teléfono está sujeto en uno de los bolsillos, usa lentes negros y una bolsa atravesada en el pecho, apariencia que coincide con el estereotipo de los jóvenes atraídos por el narco. Sin embargo el estereotipo en ocasiones es simplemente eso y no implica que el joven con tal o cual manera de vestir tenga relación con grupos delictivos de la droga, a pesar de eso muchas veces se le juzga. “Entre los más de tres mil 600 jóvenes detenidos en lo que va del sexenio, cuyos procesos jurídicos desconocemos, lo viven las madres, los padres, las esposas o esposos, los hermanos, los hijos, con la vulnerabilidad a flor de piel, es posible que exista un buen número de ‘delitos de portación de cara’, de venganzas policíacas, de cuotas exigidas en el cumplimiento del deber. Los jóvenes han sido en este país un sector al cual pasarle las facturas”, argumentó Rossana Reguillo. Salida de emergencia Rodolfo tiene 24 años, “quisiera dejar mi trabajo para insertarme en las filas del narcotráfico”, está desesperado por conseguir dinero pues dice que es difícil encontrar empleo con sólo haber estudiado la secundaria. Tuvo diversos oficios, fue albañil, ayudante en un despacho de abogados, gestor de cobranza, entre otros. No tiene casa propia, apenas le alcanza para comer con los 630 pesos que gana a la semana como cargador en una fábrica de ropa. “Debido a que mi esposa ha estado un poco enferma no me arriesgo a que trabaje. También saco unos centavos cantando en una banda. Soy discreto y honesto. No te digo qué estoy dispuesto a hacer pero, con la necesidad que tengo, creo que casi todo”, aseguró Rodolfo al preguntarle qué sería capaz de hacer para entrar a un grupo organizado de las drogas. Por otro lado existen jóvenes que no se enfrentan a condiciones de pobreza extrema pero que hacen conexión con la propuesta cultural del narco, “eso es algo que el Gobierno y las instituciones mexicanas no han querido entender. El narco no sólo configura un espacio delincuencial, ni un espacio de violencia sino es en sí mismo toda una cultura, una forma de entender la vida”, enfatizó Rossana Reguillo. En torno al narcotráfico se desarrollan propuestas culturales que a muchos jóvenes les son atractivas rápidamente, como sentirse exitosos una vez que manipulan a los demás al intimidarlos, y al poder comprar cualquier cosa que se les antoje, en especial productos o artículos lujosos. Otro aspecto cultural del narco es el miedo y la violencia que trae consigo el terrorismo. Cualquier ataque que alarme a la población en general por medio de armas o explosivos por parte de los carteles se considera como narcoterrorismo, señala Gerardo de la Cruz, catedrático de la Universidad Panamericana y especialista en temas de seguridad pública, además explica estos hechos como una estrategia de los grupos delictivos para generar pánico entre los ciudadanos, “lo que ellos llaman calentar la plaza, para después negociar con las autoridades la seguridad y tranquilidad común”. De acuerdo con Rossana Reguillo, a diferencia de la violencia utilitaria donde comúnmente se tiene una acción específica como secuestrar o robar, la violencia expresiva tiene el fin de afirmar y exhibir los símbolos de poder y se construye sobre el miedo que se busca expandir en el país. Calificó algunas acciones de los cárteles como fundamentalistas y las explicó con una paráfrasis de las guerras santas, donde el principio es “acabar con los infieles desde adentro y desde afuera. En una especie de misticismo extraño los grupos delincuenciales se asumen salvadores de la patria. Cualquier brote hereje tanto de miembros del mismo grupo como de la sociedad civil que se opongan al cobro de cuotas o al cobro de protección, es inmediatamente un enemigo”. El reto El panorama actual de violencia en el país y la incorporación de más jóvenes en el narcotráfico anuncia el agotamiento de las instituciones y obliga a la sociedad a reflexionar qué se está haciendo bien y qué no. Para el investigador José Igor González, algunos actores sociales erosionados que deberían de analizarse van desde la familia “hasta otros que parecerían estar más alejados del asunto pero no lo están, como los procesos electorales, los partidos políticos, las figuras de autoridad como sacerdotes, policías, políticos y representantes de instituciones”. Ante la falta de discusión de políticas sociales para los grupos más vulnerables de la sociedad, como varios sectores juveniles, y ante repuestas de carácter punitivo del Gobierno, Rossana Reguillo apuntó la existencia de un principio elemental: el vacio social no existe porque cuando el Estado se retira otras fuerzas tienden a ocupar ese lugar, como el narco lo está haciendo. “En las zonas de pobreza, en donde no están llegando los programas de apoyo, ni los proyectos de desarrollo del Gobierno, es ahí donde está penetrando el narcotráfico”, advierte. El tráfico, venta y consumo de drogas son delitos previstos en los artículos 194 y 195 del Código Penal Federal, con penas de entre 10 y 20 años de prisión que muchos no cumplen, ya que ni siquiera alcanzan a pisar la cárcel porque son asesinados en el intento de su arresto, a otros más se les acumulan las condenas por diversos delitos contra la salud. Legalizar las drogas es una propuesta que no todos los sectores de la población aprueban, entre los académicos, políticos e instituciones existen desacuerdos, así como puntos de vista y argumentos que coinciden. Reguillo se muestra un poco escéptica respecto a que la despenalización de las drogas es la solución a la violencia del país desatada por la “guerra” contra el narco. Sin embargo afirma que el hecho sí contribuiría a darle otro enfoque a la problemática. “Si a los cárteles les quitas la droga, van a seguir con el secuestro y la trata de personas. Convertir al negocio de la droga como una industria lícita implicaría dejar de lado los acuerdos que se dan entre los capos y las instituciones”, vaticinó. El principal reto para las autoridades es frenar que los jóvenes busquen insertarse en el narcotráfico. Los especialistas en el tema coinciden en que es necesario que el Gobierno produzca las condiciones que los jóvenes demandan para poder convertirse en actores de su propio desarrollo. ¿Consideras a tu hermano como un narcotraficante? Laura soltó la risa y respondió que no, que él todavía no anda en las grandes ligas, “pero para allá va que vuela. Sí el Gobierno ofreciera a los chavos poder ir a la escuela, buenos trabajos, o lugares gratis para hacer lo que les gusta como algún deporte o tocar algún instrumento, ellos no tendrían por qué estar viendo qué hacen para conseguir dinero y después acabar encerrados aquí”, sonrió, sacó sus llaves de la bolsa y se fue del Reclusorio Juvenil. Temas Seguridad Narcotráfico Jóvenes A FONDO Lee También Se avanzó hasta donde se pudo: gobernador sobre desapariciones Violencia imparable en Sinaloa; atacan velorio y "minicasinos" Encuentran muerto a comandante en el "jueves negro" de Sinaloa Así fue el "jueves negro" en Sinaloa; día de muertes y ataques Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones