Domingo, 24 de Noviembre 2024
Jalisco | Entre veras y bromas por Jaime Garcia Elias

—Plebiscito naranja

Habrá que esperar, por la otra, que a partir de este ejercicio se sometan a consulta pública otras cuestiones: la realización de tales o cuales obras públicas

Por: EL INFORMADOR

El plebiscito de jugarrera que culminó, según se informa, con la decisión de pintar de color naranja el puente vehicular que llevará por nombre el del ingeniero Jorge Matute Remus (“El hombre que movió el edificio de la Telefónica”, como debe saber todo tapatío bien nacido), y por apodo el de “puente atirantado”, por intranscendente que parezca, bien pudiera ser el primer paso —minúsculo pero significativo— en la ruta hacia el ejercicio pleno de la democracia.

Mire usted...

—II—

El ejercicio se realizó mediante la participación abierta y directa, a través de una página web. No era menester cubrir ningún requisito. No había ningún mecanismo de control para asegurarse de que alguien pudiera votar cuantas veces quisiera... Las cifras finales indican que poco más de nueve mil personas votaron por el naranja; cerca de siete mil, por el rojo; por una combinación de amarillo y azul se decantaron poco más de seis mil votantes (la información no puntualiza cuántos de ellos, taxistas); poco menos de mil votaron por el blanco; menos de 500, por el amarillo (muy venido a menos, quizá por culpa de los malhadados Arcos del Milenio); en último lugar quedó el azul, con menos de 400 votos (nadie ha aventurado aún ninguna hipótesis acerca de la extraña fobia de los tapatíos hacia ese color con el cual tantos se identificaban plenamente). En todo caso, es significativo que no hubiera un solo voto a favor del verde, por ejemplo.

Si Pitágoras no miente, en la consulta participaron alrededor de 25 mil personas: en números gruesos, 2% de los habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Ellas, pues, decidieron por los millones de tapatíos que en breve incorporarán el puente de referencia a sus hábitos de movilidad... y a los tesoros de su patrimonio urbano.

—III—

Habrá que suponer, por una parte, que los millones de tapatíos que no participaron en la consulta, acepten, con espíritu democrático, el resultado. Y habrá que esperar, por la otra, que a partir de este ejercicio se sometan a consulta pública otras cuestiones: la realización de tales o cuales obras públicas (el nuevo túnel de La Minerva, por ejemplo) o de ciertos eventos (con el consiguiente cierre de calles); el modelo de transporte público para la monstruosa zona urbana; la continuidad de ciertos funcionarios públicos —los más encumbrados, incluso— en sus puestos; la pertinencia de sus salarios, etc.

Total, “Ya encarrerado el ratón...”.

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