Martes, 26 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

Pintura roja

Con todo respeto a los asesores de imagen, eso de pensar que pintar la ciudad de un color o de otro hará diferencia en la votación, no habla más que de la superficialidad con la que asumen la política

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah  /

Diego Petersen Farah /

A don Ernesto.

Al principio pareció una mala broma. Hoy parece que los alcaldes priistas están empeñados en que la ciudad sea colorada. Seguramente fue un asesor de imagen que, con un par de citas de semiótica y publicidad subliminal, los convenció que había que inundar la ciudad de rojo para que, como zombis de Sahuayo, los ciudadanos acudiéramos en bola a votar por el rojo. No son los únicos que hacen esas tonterías, los panistas también las hacían: en cuanto llegaron al poder inventaron pintar las fuentes de cantera de color azul calzón y todo, coincidentemente, era azul con naranja (por cierto, una horrible combinación). Y, como bien dice don Ernesto, cuando gane el partido entonces la cosa se va a poner folclórica.

El primero fue Guadalajara. El escudo oficial, de color azul rey, lo hicieron rojo, un detalle poco agradable porque nadie tiene la culpa, ni los del PAN ni los del PRI ni los del PRD, menos aún los ciudadanos, que el color institucional sea azul. Después siguieron con las macetas, pero ante las críticas las dejaron de pintar. Ahora andan pintando de rojo cuanta reja se encuentran en la ciudad. En algunos lados se ve bien, como es el caso del Parque Ávila Camacho, pero en la mayoría lo único que hace es romper la armonía y hacer una plasta de color donde no toca.

Pero los que sí se volaron la barda fueron los de Zapopan. Como que también les mandaron, les pidieron, los convencieron, de comprar harta pintura roja para dejar la huella del priismo en el municipio. No sé quién es el que decide qué se pinta de rojo y qué no, pero un horrible monumento al maíz (en Zapopan hay más esculturas de mazorcas de don Benito Juárez, lo cual ya es decir) frente al parque-zoológico Villa Fantasía lo convirtieron en espantoso. La mazorquita, realmente poco agraciada, pasaba desapercibida montada sobre un pedestal de material pintado de blanco de más o menos 2.20 metros de altura y de 1.20 por lado. Salvo los niños que la usan para escalar, nadie la veía ni la pelaba. Ahora el pedestal está pintado de rojo y resalta, por lo horrible, a 100 metros de distancia. El monumento a la mazorca es ahora un monumento al mal gusto institucional.

Con todo respeto a los asesores de imagen, eso de pensar que pintar la ciudad de un color o de otro hará diferencia en la votación, no habla más que de la superficialidad con la que asumen la política. La ciudad votó por el PRI para que gobernara la ciudad, no para que se la adueñara o la hiciera su espacio de campaña, menos para que la afeara. Lo que se esperaba de ellos era su sensibilidad social y su experiencia, no pintura roja.

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